martes, 29 de noviembre de 2022

Escribir. Chantal Maillard


Chantal Maillard


escribir  

para curar  

en la carne abierta  

en el dolor de todos  

en esa muerte que mana 

en mí y es la de todos 

escribir 

para ahuyentar la angustia que describe 

sus círculos de cóndor 

sobre la presa 

aunque en el alma no 

en el alma 

la estimación del tiempo que concluye 

y es arriba 

algo más que un silencio 

con ojos semiabiertos 

escribir 

como condescendencia y como rebeldía

sin elección

sin pausa

porque se va la luz, las fuerzas

se le acaban

y el ser se va de vuelo

en las garras de un ave

carroñera

escribir

para decir el grito

para arrancarlo

para convertirlo

para transformarlo

para desmenuzarlo

para eliminarlo

escribir el dolor

para proyectarlo

para actuar sobre él con la palabra

escribir

para descansar

(escribir que el sol, en invierno, es hermoso)

por no llorar tan dentro

tan a escondidas

escribir

hacia la extenuación

para que se derrame el dolor contenido

desde el inicio del mundo

escribir

para rebelarse

sin provecho

a pesar de la derrota ya prevista

porque no hay rebeldía que no esté justificada

ni violencia que no sea, en el fondo,

inocente,

escribir

con derecho al llanto

escribir para curar

escribir para guarecerse

escribir como si cerrase los ojos

para no cerrarlos

para mover la mano y seguir su curso

para sentirse viva

AÚN

para aplazar la angustia

como simulación

para guiar la mente y que no se desboque

para controlar lo controlable

escribir

como quien deja la luz encendida

y duerme de pie sobre sí mismo

para saldar las cuentas con el miedo

escribir

para reorganizar

escribir

sin hacer concesiones

escribir

como quien des-espera

para cauterizar

para tomarle las medidas al miedo

para conjurar

para morder de nuevo el anzuelo de la vida

para no claudicar

escribir

para apuntar al blanco

escribir

con palabras pequeñas

palabras cotidianas

palabras muy concretas

palabrasojo

palabras animales

palabrasbocadegato

ásperas por dentro y por fuera

suaves como “tal vez”

palabraslatigazo

como “demasiado” y “tarde”

escribir

para no mentir

para dejar de mentir

con palabras abstractas

para poder decir tan sólo lo que cuenta

decir que a las once

de la noche de hoy

mientras la luz calienta

el lado izquierdo de mi almohada

y la sábana verde se desdobla

en el espejo del armario

estoy en mí

en el lugar en que acostumbro

a encontrarme

en este aquí hecho de extraña

duración en lo mismo

repitiéndome

la carne dolorida

los huesos lastimados

los nervios, la piel

tirante, amoratada

el pelo encanecido

el grito sólo postergado

y hoy a las once

de la noche de hoy

mientras la luz calienta

el lado izquierdo de mi almohada

muere un niño

o dos o no sé cuántos

mueren y una anciana dice

sus últimas palabras

o no las dice y muere

y es otra la que habla

pero no habla, dice

apenas dice y muere

sin decir

apenas

nada

y algo se me atraganta

tal vez un alarido

largo como las once horas de esta noche

o tal vez la conciencia

que duerme encendida

como una lumbre la conciencia

de todos los que mueren

como una fogata

un espantoso incendio

que prende en las ventanas

de la ciudad y en el mar no se apaga

una conciencia absurda

una antorchahorizonte

la conciencia de todos los que saben

que se están acabando

en sus huesos de antorcha

hoy, mañana, siempre

escribir

todas las muertes son mi muerte

mi grito es el de todos

y no hay consentimiento

escribir

¿para consentir?

¡escribir para rebelarse!

no hay lugar para plegarias

no hay lugar para el sosiego

el ajuste de las almas

se hace en rebeldía

Estamos solas

y nos pertenecemos.

En nosotras está el poder

Somos un pueblo de almas

en rebeldía

¡Despertad!

Lo que escribo aquí

se traza en el aire

el dolor es la senda

el dolor es el medio

por el dolor la fuerza

que combate el dolor

y lo transforma

por el dolor deshago

mi dolor en lo ajeno

y el ajeno en el mío

escribir

para des-esperar

por todos los que están

por todos

los que fueron

los desaparecidos

escribir para cuidar

sus des

apariciones

para alimentarlas

para que no se enturbien

no tan pronto

no tan siempre

pronto

escribir

para desestructurar

para vencer

las estructuras

para contra

decir

lo dicho

para demoler

escribir

para desestimar

para aprender la delgadez del trazo

su vacío

habituarse a él

a su insignificancia

escribir

para insignificar

escribir

inútilmente

para ejercer lo inútil

para abrazar lo inútil

para hacer de la inutilidad un manantial

escritura como sortilegio

- volé esta madrugada

más alto que ninguna otra vez

Cada noche, en la duración de un grito

viene una sombra nueva

Cada noche, en la duración de un grito,

un alma acude a mí.

La acojo.

En el grito.

Ella no dura. Sólo se abre.

Y hay que entrar. Suavizar.

No hay que recordar.

Tan sólo entrar.

Respirando. – 

escribir luego

para reforzar

los frágiles puentes

los conductos sutiles

con temor

de que se borren

en el espacio leve

entre lo presentido y lo sentido

Escribir

para desescribir

para desdecir

para reorganizar

las consciencias y

que cada una cumpla

su ceguera

El espacio de las almas

ha de guardarse oculto

En la palabra está el engaño

escribir pues

para confundir

para emborronar

y, luego, volver a escribir

en el orden que conviene

el mundo que hemos aprendido

escribir

como quien cuenta los pasos que da

por no oír el silencio

como quien cuenta pasos – uno, dos -

y se salta el tercero -cuatro, cinco-

para ver si se ha ido

para comprobar

pero no: sigue estando

y ya no dejará de andar

para contar los pasos

hasta caer exhausto

en el silencio enorme que se ensancha

entre sus piernas como un charco

de sangre

escribir

porque el héroe se hace con el miedo

sobre todo su miedo

a partir de su miedo

se hace héroe el héroe

ahuecando el miedo

y llenándolo de acción

para entumecerlo

haciendo tiempo en lo hermoso

haciendo tiempo en lo vivo

yo no soy ningún héroe

yo sólo escribo

para colmar la distancia

entre mi miedo y yo

escribir

“Se pone un abrigo de cuero.”

escribir

“Un hombre joven se levanta del asiento.

Se pone un abrigo de cuero.

Lleva gafas oscuras.

Se vuelve.

Su espalda es ancha.

Se dirige a la puerta.

No sé qué hará mañana.

No le conozco.

Ha cruzado la vía.

El cristal me devuelve mis ojos

y esa tristeza que se mide en mis labios.

El hombre joven tal vez camina hacia una casa.

Tal vez sea su casa.”

escribir

“En mi rostro el paisaje

- atravesándolo -

el paisaje.”

escribir

“Tiene las uñas recortadas.”

escribir

“Se desprende, muy lenta, de una frase,

la desliza en el cuaderno y espera.

Tiene las uñas recortadas

y una blusa de encaje.

Lleva una bolsa de color violeta

en las rodillas.

Cuando respira hace juego

con los versos de Sylvia Plath.

Hay un desfiladero en su mirada

y no termina de cruzarlo.”

escribir

para confundir las palabras

y que las cosas aparezcan

(Campos de limoneros cargados con sus frutos. Y cañizales

separando sembrados. Y vinagreras cubriendo de oro las taludes… )

que las cosas presionen

que un mundo se abra paso

(Es invierno, y ya crecen el trigo y la alfalfa. Aún hay campos entre ciudades y hermosos pueblos y una anciana se sienta 

en un portal con un rayo de sol en su regazo.

La tierra arada humea bajo el sol y los olivos jóvenes tensan sus cuerpos retorcidos hacia el cielo. Creciendo. Crecer es 

ascender.

Crecer es ensancharse.

Crecer es romper límites.

Crecer es invadir… )

que estallen los cristales de mis manos

que abran ojos en las letras

(Hileras de olivos.

Sus sombras paralelas… )

escribir

para rastrear

escribir

para perdonar

para ser perdonado

¿Dónde hallaré al sacerdote,

al mediador, aquel que tenga

conocimiento de los límites

y el poder de traspasarlos?

¿dónde hallaré a aquel

capaz de arder sin consumirse

y, entre los muertos y los vivos,

ecualizar

transformar, ¡bendecir!?

escribir

para hallar la paz

después de haber hablado

con los muertos

escribir

para sellar la paz

para conciliar

en mí

para perdonar en mí

escribir

la culpa misma que golpea y se licúa

en el pecho

y surte y es agua que mana

con fuerza y que nos une

agua que forma

remolino de amor irradiando

todas las culpas son

el mismo sufrimiento

el de existir queriendo

queriendo serlo todo

queriéndolo todo

y todo está en mis manos

en esta encrucijada donde permanecemos

el tiempo suficiente

para sufrirlo todo

en mi interior barrunto el gran estruendo:

todo el dolor del mundo me pesa entre los muslos

abrid los ojos: ¡ved!

es tan terrible vivir

¡quien sobrevive saluda!

morituri somos todos

toda la historia de tu estirpe

está presente y te reclama

como crisol

eres

la mediadora

operas

en ti misma el milagro

de la conciliación

y de repente soportas

el peso del mundo y su dolor

lo bebes todo entero.

Agradecida.

escribir

porque crujen las rodillas

y hay como un sueño

esperando ser soñado

justo detrás del dolor.

- Hoy observé las gaviotas.

He de volar muy alto esta noche.

He de volar sin lastre.

Hasta que amanezca.-

escribir

“otoño”

para recordar cómo

uníamos castañas con palillos de dientes

y surgían princesas y perros y dragones

y mi madre era hermosa

y ¿quién sabe? tal vez

fue feliz, también ella,

ese día.

escribir

para arquear el espinazo de las letras

a imagen del dolor

para trazar las líneas de la vida

líneas que se encogen

líneas retráctiles

como nervios apresados en la carne

como venas quebradizas

venenos infiltrados

en las arterias, líneas

que merodean en torno al corazón

calado por la angustia

y el cansancio

líneas como cables tendidos

entre una vida y otra menos vida

líneas ultracortas

líneas entrecortadas

líneas respiradero

líneas túnel

para desembocar

en el horizonte

recuperar allí

las fuerzas del principio pero

líneas quebradas

presionadas

oprimidas, líneas

de vuelta atrás

combadas sobre el tiempo

que queda

el tiempo que nos queda

termitero o volcán

vaciado por los seres (los insectos, la lava)

que operan desde dentro

líneas

de retroceso

¡si fuesen sólo al sueño!

pero no: más abajo.

escribir

como quien muerde un rayo

con los brazos en cruz

escribir

que sus pulmones se cerraron

como las alas de una

mariposa.

Dejó un rastro de polvo azul

en los dedos de quienes fueron

a tocarla

escribir

como aquel que se fuga de un hospital y arrastra tras de sí

las sondas, el goteo, la máscara de oxígeno y corre

sobre agujas envenedadas

¡Despertad!

¡nadie podrá evitarlo!

sólo es cuestión de tiempo

contad los gritos que dais

en el fondo del agua

¡Contad los gritos!

cada cual con su dolor a solas

el mismo dolor de todos

- Alguien disimula. Sonríe,

devuelvo la sonrisa. Sé

que para él ya oscureció.

También él lo sabe.

Pero se esfuerza. Todos

nos esforzamos.

Gritar es esforzarse.

Gritar es rebelarse. -

escribir

porque alguien olvidó gritar

y hay un espacio en blanco

ahora, que lo habita

escribir

porque es la forma más veloz

que tengo de moverme

escribir

¿y no hacer literatura?

¡y qué más da!

hay demasiado dolor

en el pozo de este cuerpo

para que me resulte importante

una cuestión de este tipo.

Escribo

para que el agua envenenada

pueda beberse.

_


Escribir (en Matar a Platón. Tusquets)

martes, 16 de agosto de 2022

Bertolt Brecht. "El origen del Tao-Te-King"

 Leyenda sobre el origen del libro Tao-Te-King, dictado por Lao-Tse en el camino de la emigración.

Bertolt Brecht



A los setenta años, ya achacoso,
sintió el maestro un ansia de paz.
Moría la bondad en el país
y se iba haciendo fuerte la maldad.
Se abrochó lo zapatos.

Empaquetó las cosas necesarias.
Pocas. Pero algo había que llevar.
La pipa en que fumaba cada noche.
El libro que leía a todas horas.
Algo de pan blanco.

Gozó mirando el valle, y lo olvidó
cuando la senda comenzó a ascender.
Rumiaba el buey, alegre, hierba fresca
mientras llevaba al viejo.
Pues iba muy deprisa para él.

Caminó cuatro días entre peñas
hasta que un aduanero lo paró.
“¿Alguna cosa de valor?” “Ninguna”.
“Es un maestro”, dijo el joven guía
del buey. Y el aduanero comprendió.

Y el hombre, en un impulso afectuoso,
aún preguntó: “¿Qué ha llegado a saber?”
Y el muchacho explicó: “Que el agua blanda
hasta la piedra acaba por vencer.
Lo duro pierde.”

Aprovechando aquel atardecer,
tiro el guía del buey, siguiendo viaje.
Ya se perdían tras un pino negro
cuando los alcanzó el buen aduanero.
Les gritaba: “¡Esperadme!”

“Dime otra vez eso del agua, anciano”
Se detuvo el maestro: “¿Te interesa?”
“Soy sólo un aduanero”, dijo el hombre,
“pero quiero saber quien vencerá.
Si tú lo sabes, dímelo.

¡Escríbemelo! ¡Díctalo a este niño!
No lo reserves sólo para ti.
En casa te daré tinta y papel.
Y también de cenar. Yo vivo allí.
¿Aceptas mi propuesta?”

Examinó el anciano al aduanero:
chaqueta remendada, sin zapatos,
viejo antes de llegar a la vejez.
No era precisamente un triunfador.
Murmuró: “¿Tu también?”.

Había vivido demasiado para
no aceptar tan amable invitación.
“Quien pregunta, merece una respuesta.
Parémonos aquí”, dijo en voz alta.
“Hace ya frio”, el guía le apoyó.

Echo pie a tierra el sabio de su buey.
Escribieron durante siete días
alimentados por el aduanero,
quien maldecía ahora en voz muy baja
a los contrabandistas.

Una mañana, al fin, ochenta y una
sentencias dio el muchacho al aduanero.
Y, agradeciéndole un pequeño don,
se perdieron detrás del pino negro.
No es fácil encontrar tanta atención.

No celebremos, pues, tan sólo al sabio
cuyo nombre en el libro resplandece.
Al sabio hay que arrancarle su saber.
Al aduanero que se lo pidió
demos gracias también.