tag:blogger.com,1999:blog-18883392089869813732024-03-19T02:00:00.311-07:00la mariposa de bradburyel paso que cambió nuestras vidas para siempre..iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.comBlogger19125tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-81719827707768451392023-03-30T19:39:00.000-07:002023-03-30T19:39:04.531-07:00Disputa por señas. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita<p style="text-align: justify;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhS3TPKrl5TutoasZNYfjVUSxDB6pCMR7sK8I7lpc2p4LGXCimPU8emwnoskotVm_JbStvRs4TFI1AjO6GGtl1ybmrYDLpROxeJbOv_VoHTD6ed5jvT2fZZ0qOmzp6kM1SK6MsuwSEm6mpv3qxoixfzaJRkbnLOUgimfcvWKUsGxkmSTZAPf2ktc9TS/s250/arcipreste.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="250" data-original-width="175" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhS3TPKrl5TutoasZNYfjVUSxDB6pCMR7sK8I7lpc2p4LGXCimPU8emwnoskotVm_JbStvRs4TFI1AjO6GGtl1ybmrYDLpROxeJbOv_VoHTD6ed5jvT2fZZ0qOmzp6kM1SK6MsuwSEm6mpv3qxoixfzaJRkbnLOUgimfcvWKUsGxkmSTZAPf2ktc9TS/w224-h320/arcipreste.jpg" width="224" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Juan Ruiz, Arcipreste de Hita</td></tr></tbody></table><br /><span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Sucedió una vez que los romanos, que carecían de leyes para su gobierno, fueron a pedirlas a los griegos, que sí las tenían. Estos les respondieron que no merecían poseerlas, ni las podrían entender, puesto que su saber era tan escaso. Pero que si insistían en conocer y usar estas leyes, antes les convendría disputar con sus sabios, para ver si las entendían y merecían llevarlas. Dieron como excusa esta gentil respuesta.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Respondieron los romanos que aceptaban de buen grado y firmaron un convenio para la controversia. Como no entendían sus respectivos lenguajes, se acordó que disputasen por señas y fijaron públicamente un día para su realización.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Los romanos quedaron muy preocupados, sin saber qué hacer, porque no eran letrados y temían el vasto saber de los doctores griegos. Así cavilaban cuando un ciudadano dijo que eligieran un rústico y que hiciera con la mano las señas que Dios le diese a entender: fue un sano consejo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Buscaron un rústico muy astuto y le dijeron: "Tenemos un convenio con los griegos para disputar por señas: pide lo que quieras y te lo daremos, socórrenos en esta lid".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Lo vistieron con muy ricos paños de gran valor, como si fuera doctor en filosofía. Subió a una alta cátedra y dijo con fanfarronería: "De hoy en más vengan los griegos con toda su porfía". Llegó allí un griego, doctor sobresaliente, alabado y escogido entre todos los griegos. Subió a otra cátedra, ante todo el pueblo reunido. Comenzaron sus señas como se había acordado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Levantóse el griego, sosegado, con calma, y mostró sólo un dedo, el que está cerca del pulgar; luego se sentó en su mismo sitio. Levantóse el rústico, bravucón y con malas pulgas, mostró tres dedos tendidos hacia el griego, el pulgar y otros dos retenidos en forma de arpón y los otros encogidos. Se sentó el necio, mirando sus vestiduras.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Levantóse el griego, tendió la palma llana y se sentó luego plácidamente. Levantóse el rústico con su vana fantasía y con porfía mostró el puño cerrado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">A todos los de Grecia dijo el sabio: los romanos merecen las leyes, no se las niego. Levantáronse todos en sosiego y paz. Gran honra proporcionó a Roma el rústico villano. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Preguntaron al griego que fue lo que dijera por señas al romano y qué le respondió éste. Dijo: "Yo dije que hay un DIos, el romano dijo que era uno en tres personas e hizo tal seña. Yo dije que todo estaba bajo su voluntad. Respondió que en su poder estábamos, y dijo verdad. Cuando vi que entendían y creían en la Trinidad, comprendí que merecían leyes certeras".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Preguntaron al rústico cuáles habían sido sus ocurrencias: "Me dijo que con un dedo me quebraría el ojo: tuve gran pesar e ira. Le respondí con saña, con cólera y con indignación que yo le quebraría, ante toda la gente, los ojos con dos dedos y los dientes con el pulgar. Me dijo después que de esto que le prestara atención, que me daría tal palmada que los oídos me vibrarían. Yo le respondí que le daría tal puñetazo que en toda su vida no llegaría a vengarse. Cuando vio la pelea tan despareja dejó de amenazar a quien no le temía".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Por eso dice la fábula de la sabia vieja: "No hay mala palabra si no es tomada a mal. Verá que es bien dicha si fue bien entendida".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;"> </span></p><p> </p><p><span style="font-family: verdana;"><i><b>Juan Ruiz, Aripreste de Hita</b> vivió en el siglo XIV; habría muerto en 1351. Entre el '30 y el '45 escribió el Libro de Buen Amor, que mezcla fábulas, cuentos, poesías líricas religiosas y profanas, y digresiones didácticas sobre varios temas, en que confluyen las tradiciones grecolatinas y medievales españolas y francesas con las hispano-árabe y hebrea: a esto se debe la anacronía de la Trinidad en la cultura griega clásica. </i></span></p><p><br /></p><p><br /></p>iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-20693404381527206862022-11-29T17:07:00.006-08:002023-03-30T19:46:14.562-07:00Escribir. Chantal Maillard<p><br /></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpHS3HO7WngQk4YjXJYPHPRO7aqNDDHJ-J7m7lCzdGUtDzmcahc99JFWIOhHuQYBtHQDX2Vwe1PQAfP5irfZEYN1HD80qCFUkVGzRKcDvXwxK21rTq85IpIAhMDeOGjCjucsO1PyeOvc_WjSwsvDA3M_DoNEL-T2iPmu5PZF6ZK9sjJ1j2cb_4eeD2/s851/chantal-maillard.webp" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="650" data-original-width="851" height="244" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpHS3HO7WngQk4YjXJYPHPRO7aqNDDHJ-J7m7lCzdGUtDzmcahc99JFWIOhHuQYBtHQDX2Vwe1PQAfP5irfZEYN1HD80qCFUkVGzRKcDvXwxK21rTq85IpIAhMDeOGjCjucsO1PyeOvc_WjSwsvDA3M_DoNEL-T2iPmu5PZF6ZK9sjJ1j2cb_4eeD2/s320/chantal-maillard.webp" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Chantal Maillard</span></td></tr></tbody></table><br /><p><br /></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para curar </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en la carne abierta </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el dolor de todos </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en esa muerte que mana </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en mí y es la de todos </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para ahuyentar la angustia que describe </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sus círculos de cóndor </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sobre la presa </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">aunque en el alma no </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el alma </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">la estimación del tiempo que concluye </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y es arriba </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">algo más que un silencio </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">con ojos semiabiertos </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como condescendencia y como rebeldía</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sin elección</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sin pausa</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">porque se va la luz, las fuerzas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">se le acaban</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y el ser se va de vuelo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en las garras de un ave</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">carroñera</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para decir el grito</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para arrancarlo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para convertirlo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para transformarlo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para desmenuzarlo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para eliminarlo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir el dolor</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para proyectarlo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para actuar sobre él con la palabra</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para descansar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">(escribir que el sol, en invierno, es hermoso)</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">por no llorar tan dentro</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">tan a escondidas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">hacia la extenuación</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para que se derrame el dolor contenido</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">desde el inicio del mundo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para rebelarse</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sin provecho</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">a pesar de la derrota ya prevista</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">porque no hay rebeldía que no esté justificada</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">ni violencia que no sea, en el fondo,</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">inocente,</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">con derecho al llanto</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir para curar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir para guarecerse</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir como si cerrase los ojos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para no cerrarlos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para mover la mano y seguir su curso</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para sentirse viva</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">AÚN</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para aplazar la angustia</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como simulación</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para guiar la mente y que no se desboque</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para controlar lo controlable</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como quien deja la luz encendida</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y duerme de pie sobre sí mismo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para saldar las cuentas con el miedo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para reorganizar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sin hacer concesiones</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como quien des-espera</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para cauterizar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para tomarle las medidas al miedo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para conjurar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para morder de nuevo el anzuelo de la vida</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para no claudicar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para apuntar al blanco</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">con palabras pequeñas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">palabras cotidianas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">palabras muy concretas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">palabrasojo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">palabras animales</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">palabrasbocadegato</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">ásperas por dentro y por fuera</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">suaves como “tal vez”</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">palabraslatigazo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como “demasiado” y “tarde”</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para no mentir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para dejar de mentir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">con palabras abstractas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para poder decir tan sólo lo que cuenta</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">decir que a las once</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">de la noche de hoy</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">mientras la luz calienta</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el lado izquierdo de mi almohada</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y la sábana verde se desdobla</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el espejo del armario</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">estoy en mí</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el lugar en que acostumbro</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">a encontrarme</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en este aquí hecho de extraña</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">duración en lo mismo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">repitiéndome</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">la carne dolorida</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">los huesos lastimados</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">los nervios, la piel</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">tirante, amoratada</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el pelo encanecido</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el grito sólo postergado</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y hoy a las once</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">de la noche de hoy</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">mientras la luz calienta</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el lado izquierdo de mi almohada</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">muere un niño</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">o dos o no sé cuántos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">mueren y una anciana dice</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sus últimas palabras</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">o no las dice y muere</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y es otra la que habla</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">pero no habla, dice</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">apenas dice y muere</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sin decir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">apenas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">nada</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y algo se me atraganta</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">tal vez un alarido</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">largo como las once horas de esta noche</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">o tal vez la conciencia</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que duerme encendida</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como una lumbre la conciencia</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">de todos los que mueren</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como una fogata</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">un espantoso incendio</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que prende en las ventanas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">de la ciudad y en el mar no se apaga</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">una conciencia absurda</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">una antorchahorizonte</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">la conciencia de todos los que saben</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que se están acabando</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en sus huesos de antorcha</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">hoy, mañana, siempre</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">todas las muertes son mi muerte</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">mi grito es el de todos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y no hay consentimiento</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¿para consentir?</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¡escribir para rebelarse!</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">no hay lugar para plegarias</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">no hay lugar para el sosiego</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el ajuste de las almas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">se hace en rebeldía</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Estamos solas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y nos pertenecemos.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">En nosotras está el poder</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Somos un pueblo de almas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en rebeldía</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¡Despertad!</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Lo que escribo aquí</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">se traza en el aire</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el dolor es la senda</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el dolor es el medio</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">por el dolor la fuerza</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que combate el dolor</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y lo transforma</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">por el dolor deshago</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">mi dolor en lo ajeno</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y el ajeno en el mío</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para des-esperar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">por todos los que están</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">por todos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">los que fueron</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">los desaparecidos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir para cuidar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sus des</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">apariciones</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para alimentarlas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para que no se enturbien</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">no tan pronto</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">no tan siempre</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">pronto</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para desestructurar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para vencer</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">las estructuras</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para contra</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">decir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">lo dicho</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para demoler</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para desestimar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para aprender la delgadez del trazo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">su vacío</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">habituarse a él</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">a su insignificancia</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para insignificar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">inútilmente</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para ejercer lo inútil</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para abrazar lo inútil</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para hacer de la inutilidad un manantial</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escritura como sortilegio</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">- volé esta madrugada</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">más alto que ninguna otra vez</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Cada noche, en la duración de un grito</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">viene una sombra nueva</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Cada noche, en la duración de un grito,</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">un alma acude a mí.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">La acojo.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">En el grito.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Ella no dura. Sólo se abre.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Y hay que entrar. Suavizar.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">No hay que recordar.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Tan sólo entrar.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Respirando. – </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir luego</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para reforzar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">los frágiles puentes</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">los conductos sutiles</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">con temor</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">de que se borren</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el espacio leve</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">entre lo presentido y lo sentido</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para desescribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para desdecir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para reorganizar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">las consciencias y</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que cada una cumpla</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">su ceguera</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">El espacio de las almas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">ha de guardarse oculto</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">En la palabra está el engaño</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir pues</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para confundir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para emborronar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y, luego, volver a escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el orden que conviene</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el mundo que hemos aprendido</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como quien cuenta los pasos que da</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">por no oír el silencio</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como quien cuenta pasos – uno, dos -</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y se salta el tercero -cuatro, cinco-</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para ver si se ha ido</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para comprobar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">pero no: sigue estando</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y ya no dejará de andar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para contar los pasos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">hasta caer exhausto</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el silencio enorme que se ensancha</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">entre sus piernas como un charco</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">de sangre</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">porque el héroe se hace con el miedo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sobre todo su miedo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">a partir de su miedo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">se hace héroe el héroe</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">ahuecando el miedo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y llenándolo de acción</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para entumecerlo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">haciendo tiempo en lo hermoso</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">haciendo tiempo en lo vivo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">yo no soy ningún héroe</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">yo sólo escribo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para colmar la distancia</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">entre mi miedo y yo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">“Se pone un abrigo de cuero.”</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">“Un hombre joven se levanta del asiento.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Se pone un abrigo de cuero.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Lleva gafas oscuras.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Se vuelve.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Su espalda es ancha.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Se dirige a la puerta.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">No sé qué hará mañana.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">No le conozco.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Ha cruzado la vía.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">El cristal me devuelve mis ojos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y esa tristeza que se mide en mis labios.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">El hombre joven tal vez camina hacia una casa.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Tal vez sea su casa.”</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">“En mi rostro el paisaje</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">- atravesándolo -</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el paisaje.”</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">“Tiene las uñas recortadas.”</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">“Se desprende, muy lenta, de una frase,</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">la desliza en el cuaderno y espera.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Tiene las uñas recortadas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y una blusa de encaje.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Lleva una bolsa de color violeta</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en las rodillas.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Cuando respira hace juego</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">con los versos de Sylvia Plath.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Hay un desfiladero en su mirada</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y no termina de cruzarlo.”</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para confundir las palabras</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y que las cosas aparezcan</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">(Campos de limoneros cargados con sus frutos. Y cañizales</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">separando sembrados. Y vinagreras cubriendo de oro las taludes… )</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que las cosas presionen</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que un mundo se abra paso</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">(Es invierno, y ya crecen el trigo y la alfalfa. Aún hay campos entre ciudades y hermosos pueblos y una anciana se sienta </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en un portal con un rayo de sol en su regazo.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">La tierra arada humea bajo el sol y los olivos jóvenes tensan sus cuerpos retorcidos hacia el cielo. Creciendo. Crecer es </span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">ascender.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Crecer es ensancharse.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Crecer es romper límites.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Crecer es invadir… )</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que estallen los cristales de mis manos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que abran ojos en las letras</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">(Hileras de olivos.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Sus sombras paralelas… )</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para rastrear</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para perdonar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para ser perdonado</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¿Dónde hallaré al sacerdote,</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">al mediador, aquel que tenga</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">conocimiento de los límites</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y el poder de traspasarlos?</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¿dónde hallaré a aquel</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">capaz de arder sin consumirse</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y, entre los muertos y los vivos,</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">ecualizar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">transformar, ¡bendecir!?</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para hallar la paz</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">después de haber hablado</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">con los muertos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para sellar la paz</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para conciliar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en mí</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para perdonar en mí</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">la culpa misma que golpea y se licúa</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el pecho</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y surte y es agua que mana</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">con fuerza y que nos une</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">agua que forma</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">remolino de amor irradiando</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">todas las culpas son</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el mismo sufrimiento</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el de existir queriendo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">queriendo serlo todo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">queriéndolo todo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y todo está en mis manos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en esta encrucijada donde permanecemos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el tiempo suficiente</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para sufrirlo todo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en mi interior barrunto el gran estruendo:</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">todo el dolor del mundo me pesa entre los muslos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">abrid los ojos: ¡ved!</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">es tan terrible vivir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¡quien sobrevive saluda!</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">morituri somos todos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">toda la historia de tu estirpe</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">está presente y te reclama</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como crisol</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">eres</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">la mediadora</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">operas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en ti misma el milagro</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">de la conciliación</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y de repente soportas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el peso del mundo y su dolor</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">lo bebes todo entero.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Agradecida.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">porque crujen las rodillas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y hay como un sueño</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">esperando ser soñado</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">justo detrás del dolor.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">- Hoy observé las gaviotas.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">He de volar muy alto esta noche.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">He de volar sin lastre.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Hasta que amanezca.-</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">“otoño”</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para recordar cómo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">uníamos castañas con palillos de dientes</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y surgían princesas y perros y dragones</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y mi madre era hermosa</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y ¿quién sabe? tal vez</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">fue feliz, también ella,</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">ese día.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para arquear el espinazo de las letras</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">a imagen del dolor</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para trazar las líneas de la vida</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">líneas que se encogen</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">líneas retráctiles</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como nervios apresados en la carne</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como venas quebradizas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">venenos infiltrados</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en las arterias, líneas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que merodean en torno al corazón</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">calado por la angustia</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y el cansancio</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">líneas como cables tendidos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">entre una vida y otra menos vida</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">líneas ultracortas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">líneas entrecortadas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">líneas respiradero</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">líneas túnel</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para desembocar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el horizonte</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">recuperar allí</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">las fuerzas del principio pero</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">líneas quebradas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">presionadas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">oprimidas, líneas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">de vuelta atrás</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">combadas sobre el tiempo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que queda</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el tiempo que nos queda</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">termitero o volcán</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">vaciado por los seres (los insectos, la lava)</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que operan desde dentro</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">líneas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">de retroceso</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¡si fuesen sólo al sueño!</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">pero no: más abajo.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como quien muerde un rayo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">con los brazos en cruz</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que sus pulmones se cerraron</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como las alas de una</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">mariposa.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Dejó un rastro de polvo azul</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en los dedos de quienes fueron</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">a tocarla</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">como aquel que se fuga de un hospital y arrastra tras de sí</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">las sondas, el goteo, la máscara de oxígeno y corre</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sobre agujas envenedadas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¡Despertad!</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¡nadie podrá evitarlo!</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">sólo es cuestión de tiempo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">contad los gritos que dais</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el fondo del agua</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¡Contad los gritos!</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">cada cual con su dolor a solas</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">el mismo dolor de todos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">- Alguien disimula. Sonríe,</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">devuelvo la sonrisa. Sé</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que para él ya oscureció.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">También él lo sabe.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Pero se esfuerza. Todos</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">nos esforzamos.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Gritar es esforzarse.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Gritar es rebelarse. -</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">porque alguien olvidó gritar</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">y hay un espacio en blanco</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">ahora, que lo habita</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">porque es la forma más veloz</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">que tengo de moverme</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">escribir</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¿y no hacer literatura?</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">…</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">¡y qué más da!</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">hay demasiado dolor</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">en el pozo de este cuerpo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para que me resulte importante</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">una cuestión de este tipo.</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">Escribo</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">para que el agua envenenada</span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">pueda beberse.</span></p><p>_</p><p><i><span style="font-family: verdana;"><br /></span></i></p><p><i><span style="font-family: verdana;">Escribir (en Matar a Platón. Tusquets)</span></i></p>iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-78962548719519389832022-08-16T12:45:00.002-07:002022-11-30T08:00:39.745-08:00Bertolt Brecht. "El origen del Tao-Te-King"<p><span style="font-size: medium;"> <span face=""Trebuchet MS", Trebuchet, Verdana, sans-serif" style="color: #666666; font-weight: bold;">Leyenda sobre el origen del libro Tao-Te-King, </span><span style="color: #666666; font-weight: bold;">dictado por Lao-Tse en el camino de la emigración.</span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhi_gyYxwIFQBMJj5CTe6gUZoLvNSRHlHGFeplfwPpR5dnFO7dQsiI75DHgqgsrgysx_BzNUEoXBg9IX6nHoQdd8BYNQ2TUz5wEYQ87hylbtfZeQapv5LkPHapSnuv56KkLQNKU8g9DJxOa7mi2F2plS3pcJ41gHr22QlZaEsqcK76Tng4d2efTPqqT/s340/brecht_bertolt.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="323" data-original-width="340" height="304" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhi_gyYxwIFQBMJj5CTe6gUZoLvNSRHlHGFeplfwPpR5dnFO7dQsiI75DHgqgsrgysx_BzNUEoXBg9IX6nHoQdd8BYNQ2TUz5wEYQ87hylbtfZeQapv5LkPHapSnuv56KkLQNKU8g9DJxOa7mi2F2plS3pcJ41gHr22QlZaEsqcK76Tng4d2efTPqqT/s320/brecht_bertolt.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Bertolt Brecht</td></tr></tbody></table><br /><div><br /></div><div><br /></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">A los setenta años, ya achacoso,</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">sintió el maestro un ansia de paz.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Moría la bondad en el país</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">y se iba haciendo fuerte la maldad.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Se abrochó lo zapatos.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Empaquetó las cosas necesarias.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Pocas. Pero algo había que llevar.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">La pipa en que fumaba cada noche.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">El libro que leía a todas horas.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Algo de pan blanco.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Gozó mirando el valle, y lo olvidó</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">cuando la senda comenzó a ascender.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Rumiaba el buey, alegre, hierba fresca</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">mientras llevaba al viejo.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Pues iba muy deprisa para él.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Caminó cuatro días entre peñas</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">hasta que un aduanero lo paró.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">“¿Alguna cosa de valor?” “Ninguna”.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">“Es un maestro”, dijo el joven guía</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">del buey. Y el aduanero comprendió.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Y el hombre, en un impulso afectuoso,</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">aún preguntó: “¿Qué ha llegado a saber?”</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Y el muchacho explicó: “Que el agua blanda</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">hasta la piedra acaba por vencer.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Lo duro pierde.”</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Aprovechando aquel atardecer,</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">tiro el guía del buey, siguiendo viaje.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Ya se perdían tras un pino negro</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">cuando los alcanzó el buen aduanero.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Les gritaba: “¡Esperadme!”</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">“Dime otra vez eso del agua, anciano”</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Se detuvo el maestro: “¿Te interesa?”</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">“Soy sólo un aduanero”, dijo el hombre,</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">“pero quiero saber quien vencerá.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Si tú lo sabes, dímelo.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">¡Escríbemelo! ¡Díctalo a este niño!</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">No lo reserves sólo para ti.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">En casa te daré tinta y papel.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Y también de cenar. Yo vivo allí.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">¿Aceptas mi propuesta?”</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Examinó el anciano al aduanero:</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">chaqueta remendada, sin zapatos,</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">viejo antes de llegar a la vejez.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">No era precisamente un triunfador.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Murmuró: “¿Tu también?”.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Había vivido demasiado para</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">no aceptar tan amable invitación.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">“Quien pregunta, merece una respuesta.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Parémonos aquí”, dijo en voz alta.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">“Hace ya frio”, el guía le apoyó.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Echo pie a tierra el sabio de su buey.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Escribieron durante siete días</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">alimentados por el aduanero,</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">quien maldecía ahora en voz muy baja</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">a los contrabandistas.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Una mañana, al fin, ochenta y una</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">sentencias dio el muchacho al aduanero.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Y, agradeciéndole un pequeño don,</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">se perdieron detrás del pino negro.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">No es fácil encontrar tanta atención.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;"><br /></span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">No celebremos, pues, tan sólo al sabio</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">cuyo nombre en el libro resplandece.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Al sabio hay que arrancarle su saber.</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">Al aduanero que se lo pidió</span></div><div><span style="font-family: times; font-size: medium;">demos gracias también.</span></div><br />iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-61218305888999425112020-04-13T12:30:00.003-07:002020-04-13T12:30:52.912-07:00El ilustre amor. Manuel Mujica Láinez<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJyrsM-zbapMBhPHPA-lLduFBjdmf2MN0SE4J2DW13eF7IPzPiXYppmjsyjynI2J8ogpi4YHhSIy7WnAhY11VhgiwUx-LJetWtvTqaXOcxc0jRTRD63smhqlvBkI019zLi0r4T5p3XQQ0/s1600/Manuel+Mujica+L%25C3%25A1inez.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="873" data-original-width="590" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJyrsM-zbapMBhPHPA-lLduFBjdmf2MN0SE4J2DW13eF7IPzPiXYppmjsyjynI2J8ogpi4YHhSIy7WnAhY11VhgiwUx-LJetWtvTqaXOcxc0jRTRD63smhqlvBkI019zLi0r4T5p3XQQ0/s320/Manuel+Mujica+L%25C3%25A1inez.jpg" width="216" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Foto de Sara Facio</i></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
En el aire fino, mañanero, de abril, avanza oscilando por la Plaza Mayor la pompa fúnebre del quinto Virrey del Río de la Plata. Magdalena la espía hace rato por el entreabierto postigo, aferrándose a la reja de su ventana. Traen al muerto desde la que fue su residencia del Fuerte, para exponerle durante los oficios de la Catedral y del convento de las monjas capuchinas. Dicen que viene muy bien embalsamado, con el hábito de Santiago por mortaja, al cinto el espadín. También dicen que se le ha puesto la cara negra.<br />
<br />
A Magdalena le late el corazón locamente. De vez en vez se lleva el pañuelo a los labios. Otras, no pudiendo dominarse, abandona su acecho y camina sin razón por el aposento enorme, oscuro. El vestido enlutado y la mantilla de duelo disimulan su figura otoñal de mujer que nunca ha sido hermosa. Pero pronto regresa a la ventana y empuja suavemente el tablero. Poco falta ya. Dentro de unos minutos el séquito pasará frente a su casa.<br />
<br />
Magdalena se retuerce las manos. ¿Se animará, se animará a salir?<br />
<br />
Ya se oyen los latines con claridad. Encabeza la marcha el deán, entre los curas catedralicios y los diáconos cuyo andar se acompasa con el lujo de las dalmáticas. Sigue el Cabildo eclesiástico, en alto las cruces y los pendones de las cofradías. Algunos esclavos se han puesto de hinojos junto a la ventana de Magdalena. Por encima de sus cráneos motudos, desfilan las mazas del Cabildo. Tendrá que ser ahora. Magdalena ahoga un grito, abre la puerta y sale.<br />
<br />
Afuera, la Plaza inmensa, trémula bajo el tibio sol, está inundada de gente. Nadie quiso perder las ceremonias. El ataúd se balancea como una barca sobre el séquito despacioso. Pasan ahora los miembros del Consulado y los de la Real Audiencia, con el regente de golilla. Pasan el Marqués de Casa Hermosa y el secretario de Su Excelencia y el comandante de Forasteros. Los oficiales se turnan para tomar, como si fueran reliquias, las telas de bayeta que penden de la caja. Los soldados arrastran cuatro cañones viejos. El Virrey va hacia su morada última en la Iglesia de San Juan.<br />
<br />
Magdalena se suma al cortejo llorando desesperadamente. El sobrino de Su Excelencia se hace a un lado, a pesar del rigor de la etiqueta, y le roza un hombro con la mano perdida entre encajes, para sosegar tanto dolor. Pero Magdalena no calla. Su llanto se mezcla a los latines litúrgicos, cuya música decora el nombre ilustre: “Excmo. Domino Pedro Melo de Portugal et Villena, militaris ordinis Sancti Jacobi…”<br />
<br />
El Marqués de Casa Hermosa vuelve un poco la cabeza altiva en pos de quién gime así. Y el secretario virreinal también, sorprendido. Y los cónsules del Real Consulado. Quienes más se asombran son las cuatro hermanas de Magdalena, las cuatro hermanas jóvenes cuyos maridos desempeñan cargos en el gobierno de la ciudad.<br />
<br />
-¿Qué tendrá Magdalena?<br />
<br />
-¿Qué tendrá Magdalena?<br />
<br />
-¿Cómo habrá venido aquí, ella que nunca deja la casa?<br />
<br />
Las otras vecinas lo comentan con bisbiseos hipócritas, en el rumor de los largos rosarios.<br />
<br />
-¿Por qué llorará así Magdalena?<br />
<br />
A las cuatro hermanas ese llanto y ese duelo las perturban. ¿Qué puede importarle a la mayor, a la enclaustrada, la muerte de don Pedro? ¿Qué pudo acercarla a señorón tan distante, al señor cuyas órdenes recibían sus maridos temblando, como si emanaran del propio Rey? El Marqués de Casa Hermosa suspira y menea la cabeza. Se alisa la blanca peluca y tercia la capa porque la brisa se empieza a enfriar.<br />
<br />
Ya suenan sus pasos en la Catedral, atisbados por los santos y las vírgenes. Disparan los cañones reumáticos, mientras depositan a don Pedro en el túmulo que diez soldados custodian entre hachones encendidos. Ocupa cada uno su lugar receloso de precedencias. En el altar frontero, levántase la gloria de los salmos. El deán comienza a rezar el oficio.<br />
<br />
Magdalena se desliza quedamente entre los oidores y los cónsules. Se aproxima al asiento de dosel donde el decano de la Audiencia finge meditaciones profundas. Nadie se atreve a protestar por el atentado contra las jerarquías. ¡Es tan terrible el dolor de esta mujer!<br />
<br />
El deán, al tornarse con los brazos abiertos como alas, para la primera bendición, la ve y alza una ceja. Tose el Marqués de Casa Hermosa, incómodo. Pero el sobrino del Virrey permanece al lado de la dama cuitada, palmeándola, calmándola.<br />
<br />
Sólo unos metros escasos la separan del túmulo. Allá arriba, cruzadas las manos sobre el pecho, descansa don Pedro, con sus trofeos, con sus insignias.<br />
<br />
-¿Qué le acontece a Magdalena?<br />
<br />
Las cuatro hermanas arden como cuatro hachones.<br />
<br />
Chisporrotean, celosas.<br />
<br />
-¿Qué diantre le pasa? ¿Ha extraviado el juicio? ¿O habrá habido algo, algo muy íntimo, entre ella y el Virrey? Pero no, no, es imposible… ¿cuándo?<br />
<br />
Don Pedro Melo de Portugal y Villena, de la casa de los duques de Braganza, caballero de la Orden de Santiago, gentilhombre de cámara en ejercicio, primer caballerizo de la Reina, virrey, gobernador y capitán general de las Provincias del Río de la Plata, presidente de la Real Audiencia Pretorial de Buenos Aires, duerme su sueño infinito, bajo el escudo que cubre el manto ducal, el blasón con las torres y las quinas de la familia real portuguesa. Indiferente, su negra cara brilla como el ébano, en el oscilar de las antorchas.<br />
<br />
Magdalena, de rodillas, convulsa, responde a los Dominus vobis cum.<br />
<br />
Las vecinas se codean:<br />
<br />
¡Qué escándalo! Ya ni pudor queda en esta tierra… ¡Y qué calladito lo tuvo!<br />
<br />
Pero, simultáneamente, infíltrase en el ánimo de todos esos hombres y de todas esas mujeres, como algo más recio, más sutil que su irritado desdén, un indefinible respeto hacia quien tan cerca estuvo del amo.<br />
<br />
La procesión ondula hacia el convento de las capuchinas de Santa Clara, del cual fue protector Su Excelencia. Magdalena no logra casi tenerse en pie. La sostiene el sobrino de don Pedro, y el Marqués de Casa Hermosa, malhumorado, le murmura desflecadas frases de consuelo. Las cuatro hermanas jóvenes no osan mirarse.<br />
<br />
¡Mosca muerta! ¡Mosca muerta! ¡Cómo se habrá reído de ellas, para sus adentros, cuando le hicieron sentir, con mil alusiones agrias, su superioridad de mujeres casadas, fecundas, ante la hembra seca, reseca, vieja a los cuarenta años, sin vida, sin nada, que jamás salía del caserón paterno de la Plaza Mayor! ¿Iría el Virrey allí? ¿Iría ella al Fuerte?<br />
<br />
¿Dónde se encontrarían?<br />
<br />
-¿Qué hacemos? -susurra la segunda.<br />
<br />
Han descendido el cadáver a su sepulcro, abierto junto a la reja del coro de las monjas. Se fue don Pedro, como un muñeco suntuoso. Era demasiado soberbio para escuchar el zumbido de avispas que revolotea en torno de su magnificencia displicente.<br />
<br />
Despídese el concurso. El regente de la Audiencia, al pasar ante Magdalena, a quien no conoce, le hace una reverencia grave, sin saber por qué. Las cuatro hermanas la rodean, sofocadas, quebrado el orgullo. También los maridos, que se doblan en la rigidez de las casacas y ojean furtivamente alrededor.<br />
<br />
Regresan a la gran casa vacía. Nadie dice palabra. Entre la belleza insulsa de las otras, destácase la madurez de Magdalena con quemante fulgor. Les parece que no la han observado bien hasta hoy, que sólo hoy la conocen. Y en el fondo, en el secretísimo fondo de su alma, hermanas y cuñados la temen y la admiran. Es como si un pincel de artista hubiera barnizado esa tela deslucida, agrietada, remozándola para siempre.<br />
<br />
Claro que de estas cosas no se hablará. No hay que hablar de estas cosas. Magdalena atraviesa el zaguán de su casa, erguida, triunfante. Ya no la dejará. Hasta el fin de sus días vivirá encerrada, como un ídolo fascinador, como un objeto raro, precioso, casi legendario, en las salas sombrías, esas salas que abandonó por última vez para seguir el cortejo mortuorio de un Virrey a quien no había visto nunca.<br />
<br />
<br />
Misteriosa Buenos Aires, 1950<br />
<div>
<br /></div>
iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-41291100544020645222014-02-12T06:16:00.003-08:002023-03-30T19:44:58.705-07:00El Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra. Capítulo VIII<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="mso-bidi-font-style: italic;"> </span><br />
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<![endif]--><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-weight: bold; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-TRAD;">(Del buen suceso que
el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los
molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación)</span><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-TRAD;"> </span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPUUasijBaj7z67_XgbjxhSLKebJkoVTLw5jnZVkpMHwIWy7Zn2MM5m720_5CftAt3tblEZY9ZLi4kCJy0cUr4EB08Rpb78AOFTNCaZQiPK-ABt07FL15gmXBiZRI1pG_VpOHL0WW_YA4/s1600/miguel+de+cervantes+y+el+quijote.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPUUasijBaj7z67_XgbjxhSLKebJkoVTLw5jnZVkpMHwIWy7Zn2MM5m720_5CftAt3tblEZY9ZLi4kCJy0cUr4EB08Rpb78AOFTNCaZQiPK-ABt07FL15gmXBiZRI1pG_VpOHL0WW_YA4/s1600/miguel+de+cervantes+y+el+quijote.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">En esto,
descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y,
así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–La
ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque
ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más,
desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las
vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra,
y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la
tierra.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–¿Qué
gigantes? –dijo Sancho Panza.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Aquellos
que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener
algunos de casi dos leguas.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Mire
vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son
gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las
aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Bien
parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras:
ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el
espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Y,
diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces
que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran
molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan
puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba
de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces
altas:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Non
fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os
acomete.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Levantóse
en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual
visto por don Quijote, dijo:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Pues,
aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.</span>
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Y, en
diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea,
pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la
lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el
primero molino que estaba delante; y, dándole una lanzada en el aspa, la volvió
el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo
y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza
a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía
menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–¡Válame
Dios! –dijo Sancho–. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que
hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien
llevase otros tales en la cabeza?</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Calla,
amigo Sancho –respondió don Quijote–, que las cosas de la guerra, más que
otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así
verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto
estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la
enemistad que me tiene; mas, al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes
contra la bondad de mi espada.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Dios lo
haga como puede –respondió Sancho Panza.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Y,
ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado
estaba. Y, hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del Puerto
Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse
muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero; sino que iba muy
pesaroso por haberle faltado la lanza; y, diciéndoselo a su escudero, le dijo:</span>
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Yo me
acuerdo haber leído que un caballero español, llamado Diego Pérez de Vargas,
habiéndosele en una batalla roto la espada, desgajó de una encina un pesado
ramo o tronco, y con él hizo tales cosas aquel día, y machacó tantos moros, que
le quedó por sobrenombre Machuca, y así él como sus decendientes se llamaron,
desde aquel día en adelante, Vargas y Machuca. Hete dicho esto, porque de la
primera encina o roble que se me depare pienso desgajar otro tronco tal y tan
bueno como aquél, que me imagino y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te
tengas por bien afortunado de haber merecido venir a vellas y a ser testigo de
cosas que apenas podrán ser creídas.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–A la
mano de Dios –dijo Sancho–; yo lo creo todo así como vuestra merced lo dice;
pero enderécese un poco, que parece que va de medio lado, y debe de ser del
molimiento de la caída.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Así es
la verdad –respondió don Quijote–; y si no me quejo del dolor, es porque no es
dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan
las tripas por ella.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Si eso
es así, no tengo yo qué replicar –respondió Sancho–, pero sabe Dios si yo me
holgara que vuestra merced se quejara cuando alguna cosa le doliera. De mí sé
decir que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende
también con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse.</span>
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">No se
dejó de reír don Quijote de la simplicidad de su escudero; y así, le declaró
que podía muy bien quejarse, como y cuando quisiese, sin gana o con ella; que
hasta entonces no había leído cosa en contrario en la orden de caballería.
Díjole Sancho que mirase que era hora de comer. Respondióle su amo que por
entonces no le hacía menester; que comiese él cuando se le antojase. Con esta
licencia, se acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre su jumento, y, sacando de
las alforjas lo que en ellas había puesto, iba caminando y comiendo detrás de
su amo muy de su espacio, y de cuando en cuando empinaba la bota, con tanto
gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga. Y, en
tanto que él iba de aquella manera menudeando tragos, no se le acordaba de
ninguna promesa que su amo le hubiese hecho, ni tenía por ningún trabajo, sino
por mucho descanso, andar buscando las aventuras, por peligrosas que fuesen.</span>
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">En
resolución, aquella noche la pasaron entre unos árboles, y del uno dellos
desgajó don Quijote un ramo seco que casi le podía servir de lanza, y puso en
él el hierro que quitó de la que se le había quebrado. Toda aquella noche no
durmió don Quijote, pensando en su señora Dulcinea, por acomodarse a lo que
había leído en sus libros, cuando los caballeros pasaban sin dormir muchas
noches en las florestas y despoblados, entretenidos con las memorias de sus
señoras. No la pasó ansí Sancho Panza, que, como tenía el estómago lleno, y no
de agua de chicoria, de un sueño se la llevó toda; y no fueran parte para
despertarle, si su amo no lo llamara, los rayos del sol, que le daban en el
rostro, ni el canto de las aves, que, muchas y muy regocijadamente, la venida
del nuevo día saludaban. Al levantarse dio un tiento a la bota, y hallóla algo
más flaca que la noche antes; y afligiósele el corazón, por parecerle que no
llevaban camino de remediar tan presto su falta. No quiso desayunarse don
Quijote, porque, como está dicho, dio en sustentarse de sabrosas memorias.
Tornaron a su comenzado camino del Puerto Lápice, y a obra de las tres del día
le descubrieron.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Aquí
–dijo, en viéndole, don Quijote– podemos, hermano Sancho Panza, meter las manos
hasta los codos en esto que llaman aventuras. Mas advierte que, aunque me veas
en los mayores peligros del mundo, no has de poner mano a tu espada para
defenderme, si ya no vieres que los que me ofenden es canalla y gente baja, que
en tal caso bien puedes ayudarme; pero si fueren caballeros, en ninguna manera
te es lícito ni concedido por las leyes de caballería que me ayudes, hasta que
seas armado caballero.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Por
cierto, señor –respondió Sancho–, que vuestra merced sea muy bien obedicido en
esto; y más, que yo de mío me soy pacífico y enemigo de meterme en ruidos ni
pendencias. Bien es verdad que, en lo que tocare a defender mi persona, no
tendré mucha cuenta con esas leyes, pues las divinas y humanas permiten que
cada uno se defienda de quien quisiere agr[a]viarle.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–No digo
yo menos –respondió don Quijote–; pero, en esto de ayudarme contra caballeros,
has de tener a raya tus naturales ímpetus.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Digo
que así lo haré –respondió Sancho–, y que guardaré ese preceto tan bien como el
día del domingo.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Estando
en estas razones, asomaron por el camino dos frailes de la orden de San Benito,
caballeros sobre dos dromedarios: que no eran más pequeñas dos mulas en que
venían. Traían sus antojos de camino y sus quitasoles. Detrás dellos venía un
coche, con cuatro o cinco de a caballo que le acompañaban y dos mozos de mulas
a pie. Venía en el coche, como después se supo, una señora vizcaína, que iba a
Sevilla, donde estaba su marido, que pasaba a las Indias con un muy honroso
cargo. No venían los frailes con ella, aunque iban el mesmo camino; mas, apenas
los divisó don Quijote, cuando dijo a su escudero:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–O yo me
engaño, o ésta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto; porque
aquellos bultos negros que allí parecen deben de ser, y son sin duda, algunos
encantadores que llevan hurtada alguna princesa en aquel coche, y es menester
deshacer este tuerto a todo mi poderío.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Peor
será esto que los molinos de viento –dijo Sancho–. Mire, señor, que aquéllos
son frailes de San Benito, y el coche debe de ser de alguna gente pasajera.
Mire que digo que mire bien lo que hace, no sea el diablo que le engañe.</span>
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Ya te
he dicho, Sancho –respondió don Quijote–, que sabes poco de achaque de
aventuras; lo que yo digo es verdad, y ahora lo verás.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Y,
diciendo esto, se adelantó y se puso en la mitad del camino por donde los
frailes venían, y, en llegando tan cerca que a él le pareció que le podrían oír
lo que dijese, en alta voz dijo:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Gente
endiablada y descomunal, dejad luego al punto las altas princesas que en ese
coche lleváis forzadas; si no, aparejaos a recebir presta muerte, por justo
castigo de vuestras malas obras.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Detuvieron
los frailes las riendas, y quedaron admirados, así de la figura de don Quijote
como de sus razones, a las cuales respondieron:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Señor
caballero, nosotros no somos endiablados ni descomunales, sino dos religiosos
de San Benito que vamos nuestro camino, y no sabemos si en este coche vienen, o
no, ningunas forzadas princesas.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Para
conmigo no hay palabras blandas, que ya yo os conozco, fementida canalla –dijo
don Quijote.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Y, sin
esperar más respuesta, picó a Rocinante y, la lanza baja, arremetió contra el
primero fraile, con tanta furia y denuedo que, si el fraile no se dejara caer
de la mula, él le hiciera venir al suelo mal de su grado, y aun malferido, si
no cayera muerto. El segundo religioso, que vio del modo que trataban a su
compañero, puso piernas al castillo de su buena mula, y comenzó a correr por
aquella campaña, más ligero que el mesmo viento.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Sancho
Panza, que vio en el suelo al fraile, apeándose ligeramente de su asno,
arremetió a él y le comenzó a quitar los hábitos. Llegaron en esto dos mozos de
los frailes y preguntáronle que por qué le desnudaba. Respondióles Sancho que
aquello le tocaba a él ligítimamente, como despojos de la batalla que su señor
don Quijote había ganado. Los mozos, que no sabían de burlas, ni entendían
aquello de despojos ni batallas, viendo que ya don Quijote estaba desviado de
allí, hablando con las que en el coche venían, arremetieron con Sancho y dieron
con él en el suelo; y, sin dejarle pelo en las barbas, le molieron a coces y le
dejaron tendido en el suelo sin aliento ni sentido. Y, sin detenerse un punto,
tornó a subir el fraile, todo temeroso y acobardado y sin color en el rostro;
y, cuando se vio a caballo, picó tras su compañero, que un buen espacio de allí
le estaba aguardando, y esperando en qué paraba aquel sobresalto; y, sin querer
aguardar el fin de todo aquel comenzado suceso, siguieron su camino, haciéndose
más cruces que si llevaran al diablo a las espaldas.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Don
Quijote estaba, como se ha dicho, hablando con la señora del coche, diciéndole:</span>
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–La
vuestra fermosura, señora mía, puede facer de su persona lo que más le viniere
en talante, porque ya la soberbia de vuestros robadores yace por el suelo,
derribada por este mi fuerte brazo; y, porque no penéis por saber el nombre de
vuestro libertador, sabed que yo me llamo don Quijote de la Mancha, caballero andante y
aventurero, y cautivo de la sin par y hermosa doña Dulcinea del Toboso; y, en
pago del beneficio que de mí habéis recebido, no quiero otra cosa sino que
volváis al Toboso, y que de mi parte os presentéis ante esta señora y le digáis
lo que por vuestra libertad he fecho.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Todo
esto que don Quijote decía escuchaba un escudero de los que el coche
acompañaban, que era vizcaíno; el cual, viendo que no quería dejar pasar el
coche adelante, sino que decía que luego había de dar la vuelta al Toboso, se
fue para don Quijote y, asiéndole de la lanza, le dijo, en mala lengua
castellana y peor vizcaína, desta manera:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Anda,
caballero que mal andes; por el Dios que crióme, que, si no dejas coche, así te
matas como estás ahí vizcaíno.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Entendióle
muy bien don Quijote, y con mucho sosiego le respondió:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–Si
fueras caballero, como no lo eres, ya yo hubiera castigado tu sandez y
atrevimiento, cautiva criatura.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">A lo
cual replicó el vizcaíno:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–¿Yo no
caballero? Juro a Dios tan mientes como cristiano. Si lanza ar[r]ojas y espada
sacas, ¡el agua cuán presto verás que al gato llevas! Vizcaíno por tierra,
hidalgo por mar, hidalgo por el diablo; y mientes que mira si otra dices cosa.</span>
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–¡Ahora
lo veredes, dijo Agrajes! –respondió don Quijote.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Y,
ar[r]ojando la lanza en el suelo, sacó su espada y embrazó su rodela, y
arremetió al vizcaíno con determinación de quitarle la vida. El vizcaíno, que
así le vio venir, aunque quisiera apearse de la mula, que, por ser de las malas
de alquiler, no había que fiar en ella, no pudo hacer otra cosa sino sacar su
espada; pero avínole bien que se halló junto al coche, de donde pudo tomar una
almohada que le sirvió de escudo, y luego se fueron el uno para el otro, como
si fueran dos mortales enemigos. La demás gente quisiera ponerlos en paz, mas
no pudo, porque decía el vizcaíno en sus mal trabadas razones que si no le dejaban
acabar su batalla, que él mismo había de matar a su ama y a toda la gente que
se lo estorbase. La señora del coche, admirada y temerosa de lo que veía, hizo
al cochero que se desviase de allí algún poco, y desde lejos se puso a mirar la
rigurosa contienda, en el discurso de la cual dio el vizcaíno una gran
cuchillada a don Quijote encima de un hombro, por encima de la rodela, que, a
dársela sin defensa, le abriera hasta la cintura. Don Quijote, que sintió la
pesadumbre de aquel desaforado golpe, dio una gran voz, diciendo:</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">–¡Oh
señora de mi alma, Dulcinea, flor de la fermosura, socorred a este vuestro
caballero, que, por satisfacer a la vuestra mucha bondad, en este riguroso
trance se halla!</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">El decir
esto, y el apretar la espada, y el cubrirse bien de su rodela, y el arremeter
al vizcaíno, todo fue en un tiempo, llevando determinación de aventurarlo todo
a la de un gol[pe] solo.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">El
vizcaíno, que así le vio venir contra él, bien entendió por su denuedo su
coraje, y determinó de hacer lo mesmo que don Quijote; y así, le aguardó bien
cubierto de su almohada, sin poder rodear la mula a una ni a otra parte; que
ya, de puro cansada y no hecha a semejantes niñerías, no podía dar un paso.</span>
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Venía,
pues, como se ha dicho, don Quijote contra el cauto vizcaíno, con la espada en
alto, con determinación de abrirle por medio, y el vizcaíno le aguardaba
ansimesmo levantada la espada y aforrado con su almohada, y todos los
circunstantes estaban temerosos y colgados de lo que había de suceder de
aquellos tamaños golpes con que se amenazaban; y la señora del coche y las
demás criadas suyas estaban haciendo mil votos y ofrecimientos a todas las
imágenes y casas de devoción de España, porque Dios librase a su escudero y a
ellas de aquel tan grande peligro en que se hallaban.</span> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana; font-size: medium;"><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Pero
está el daño de todo esto que en este punto y término deja pendiente el autor
desta historia esta batalla, disculpándose que no halló más escrito destas
hazañas de don Quijote de las que deja referidas. Bien es verdad que el segundo
autor desta obra no quiso creer que tan curiosa historia estuviese entregada a
las leyes del olvido, ni que hubiesen sido tan poco curiosos los ingenios de la Mancha que no tuviesen en
sus archivos o en sus escritorios algunos papeles que deste famoso caballero
tratasen; y así, con esta imaginación, no se desesperó de hallar el fin desta
apacible historia, el cual, siéndole el cielo favorable, le halló del modo que
se contará en la segunda parte.</span> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-71864645957451604252014-02-12T04:45:00.001-08:002023-03-30T19:44:11.619-07:00Espantapájaros -16- Oliverio Girondo<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiTfj3GfYzAj1zP9-UxESg0oIeEenlU8CadYrvH1UeNNQvyl6HpgrDZMyI2pY8_lv0yJW_DRZQJNP2J_LRUHshnfrlaj56nb3AKzzys1I4RgZ1S-k1L8vmjdLikh3ADaYqukLLzPWYWD4/s1600/giirondo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiTfj3GfYzAj1zP9-UxESg0oIeEenlU8CadYrvH1UeNNQvyl6HpgrDZMyI2pY8_lv0yJW_DRZQJNP2J_LRUHshnfrlaj56nb3AKzzys1I4RgZ1S-k1L8vmjdLikh3ADaYqukLLzPWYWD4/s1600/giirondo.jpg" /></a></div>
<br />
<br />
<span class="userContent" data-ft="{"tn":"K"}"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.<br />
Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando
puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a
otro, yo no me canso nunca de transmigrar.<br /> Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la</span><span class="text_exposed_show"><span style="font-family: verdana; font-size: medium;"> primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.<br />
¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen
de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse
penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos
fecunda... y nos hace cosquillas!<br /> Para apreciar el jamón ¿no es
indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo
¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que
significa “tirar el carro”?...<br /> Poseer una virgen es muy distinto a
experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo,
y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos
ojos de cangrejo.<br /> Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas,
vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus
malos humores.<br /> Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo
personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un
cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle
con una voz de sapo a las estrellas.<br /> ¡Ah, el encanto de haber sido
camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo,
la pereza de los remansos.... y de los camaleones!...<br /> ¡Pensar que
durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no han sido ni
siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos,
de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los
de las cucarachas... los de las madreselvas?<br /> Aunque me he puesto,
muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda
vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo sexo.<br /> Cuando
la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar
¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?<br />
Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin
esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy:
ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún,
encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi
completamente, de mi propia existencia.<br /></span> <br /> </span></span>iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-16403310419731187842013-10-30T16:19:00.002-07:002013-10-30T16:27:18.037-07:00de El espejo en el espejo. Michael Ende<br />
<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9cBQ-Xb8Emopb2y1tIpKSXO9l_oAI4R1LSuoI2ZICGrGrldNI-Re0wsn_f4T56mvKKpuRbyqhMv0jGdk9p3MzmY7EYfWgnadg13_ux0GdgT5iDc8VBBqDEgxFEaB1_OkHr4BBG8zZn7o/s1600/Michael+Ende.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9cBQ-Xb8Emopb2y1tIpKSXO9l_oAI4R1LSuoI2ZICGrGrldNI-Re0wsn_f4T56mvKKpuRbyqhMv0jGdk9p3MzmY7EYfWgnadg13_ux0GdgT5iDc8VBBqDEgxFEaB1_OkHr4BBG8zZn7o/s1600/Michael+Ende.jpg" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
UN MUNDO FRAGMENTADO<br />
(EN BUSCA DE LA PALABRA QUE RELACIONE TODO CON TODO)<br />
<div>
<br /></div>
<br />
<br />
La dama corrió la cortina negra de la ventanilla de su coche y preguntó:<br />
-¿Por qué no vas más de prisa? ¡Ya sabes lo que significa para mí llegar a tiempo a la fiesta!<br />
El cochero cojo se inclinó desde el pescante hacia ella y contestó:<br />
-Hemos entrado en un convoy, madame. Yo tampoco sé cómo. Seguramente me quedé un poco dormido. Sea como fuere, está ahí de pronto esa gente que nos atasca la carretera.<br />
La dama se asomó a la ventana. Efectivamente, la carretera estaba ocupada por una larga comitiva.<br />
Eran niños y viejos, hombres y mujeres, todos vestidos con extravagantes y multicolores trajes de saltimbanquis, con sombreros fantásticos sobre las cabezas y grandes fardos a las espaldas. Algunos iban montados sobre mulas, otros sobre grandes perros o avestruces. Entremedias traqueteaban también carros de dos ruedas, cargados hasta arriba con cajas y maletas o carros entoldados en los que iban familias.<br />
-¿Quiénes sois? preguntó la dama a un muchacho vestido de arlequín que caminaba al lado del coche. Llevaba una pértiga al hombro cuyo extremo llevaba una muchacha de ojos almendrados vestida como una china De la pértiga colgaban toda clase enseres domésticos, encima iba sentado un pequeño mono que tenía frío-.<br />
¿Sois un circo?<br />
-No sabemos quiénes somos -dijo el muchacha-. No somos un circo.<br />
-¿De dónde venís? -quiso saber la dama.<br />
-De las Montañas del Cielo -respondió el muchacho-, pero de eso hace ya mucho tiempo.<br />
-¿Y qué hacíais allí?<br />
-Eso era antes de que yo viniese al mundo. Yo nací por el camino.<br />
Ahora intervino en la conversación un viejo que llevaba un gran laúd o teorbe a la espalda:<br />
-Allí representábamos el Espectáculo ininterrumpido, bella dama. El niño no puede saberlo. Era un espectáculo para el sol, la luna y las estrellas. Cada uno de nosotros estaba sobre una cumbre distinta y nos gritábamos las palabras. Actuábamos sin cesar, pues aquel espectáculo mantenía unido al mundo. Pero ahora lo ha olvidado ya también la mayoría de nosotros. Hace ya demasiado tiempo.<br />
-¿Por qué dejasteis de representarlo?<br />
-Había sucedido una gran desgracia, bella dama: Un día nos dimos cuenta de que faltaba una palabra. Nadie nos la había robado, tampoco la habíamos olvidado. Sencillamente ya no estaba. Pero sin esa palabra no podíamos seguir actuando, porque ya nada daba sentido. Era precisamente la palabra por la que todo se relaciona con todo. ¿Comprende, bella dama? Desde entonces viajamos de un lado a otro para encontrarla de nuevo.<br />
-¿Por la que todo se relaciona con todo? -preguntó la dama, asombrada.<br />
-Sí -dijo el viejo, asintiendo serio con la cabeza-, seguro, bella dama, que usted también se habrá dado cuenta ya de que el mundo sólo se compone de fragmentos que no tienen nada que ver los unos con los otros. Eso es así desde que perdimos la palabra. Y lo peor es que los fragmentos se siguen descomponiendo y quedan cada vez menos cosas que guarden relación entre sí. Si no encontramos la palabra que reúna todo con todo, un día el mundo se pulverizará por completo. Por eso viajamos y la buscamos.<br />
-¿Creéis acaso que la encontrareis un día?<br />
El viejo no contestó, aceleró sus pasos y la adelantó. La muchacha de los ojos almendrados que caminaba ahora junto a la ventana de la dama, explicó tímidamente:<br />
-Escribimos la palabra sobre la superficie de la tierra con el largo camino que recorremos. Por eso no nos quedamos en ningún sitio.<br />
-Ah -dijo la dama-, entonces sabéis siempre dónde tenéis que ir?<br />
-No, nos dejamos guiar.<br />
-¿Y quién o qué os guía?<br />
-La palabra contestó la muchacha y sonrió como si pidiese disculpas.<br />
La dama se quedó mirando a la niña durante largo tiempo, luego preguntó en voz baja:<br />
-¿Puedo ir con vosotros?<br />
La muchacha no dijo nada, sonrió y adelantó despacio el coche siguiendo al muchacho que iba delante.<br />
-¡Alto! -gritó la dama a su cochero.<br />
Este tiró de las riendas, se volvió y preguntó:<br />
-¿Quiere de verdad ir con ésos, madame?<br />
La dama estaba sentada en los cojines, muda y derecha, mirando de frente.<br />
Poco a poco pasó el resto de la tropa junto al coche parado. Cuando pasó el último rezagado, la dama se apeó y siguió la comitiva con la mirada hasta que se perdió en la lejanía. Empezó a llover un poco.<br />
-¡Volvamos! -ordenó al cochero subiendo de nuevo-, regresamos. He cambiado de idea.<br />
-¡Gracias a Dios! dijo el cojo-, ya creía que quería irse de verdad con ésos.<br />
-No -contestó la dama sumida en pensamientos-, yo no les sería de utilidad.<br />
Pero tú y yo podemos dar fe de que existen y que les hemos visto.<br />
El cochero hizo dar media vuelta a los caballos.<br />
-¿Puedo preguntar algo, madame?<br />
-¿Qué quieres?<br />
-¿Cree madame que encontrarán alguna vez esa palabra?<br />
-Si la encuentran –contestó la dama-, el mundo tendría que transformarse de una hora a otra. ¿No lo crees? Quién sabe, tal vez seremos alguna vez testigos de ello. ¡Y ahora echa a andar!<br />
<br />iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-58189201138696174962013-10-15T16:54:00.001-07:002013-10-15T17:02:44.840-07:00La noche boca arriba. Julio Cortázar <br />
<div align="justify" style="background-color: white;">
<span style="color: maroon;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8fIFDj0VJDFlHH0ek3P08cbWT6l5dJPf9XIolavF3iV3zK4pQ3hCnmwVYKglluVAMOKSXd4u523rmXTOM8IvvmD9S3VapeJGAtFIXeTV24UTcX7CJFjVoOAQLnaPze-AA_qflUYBUoxY/s1600/julio+cort%C3%A1zar33.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="229" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8fIFDj0VJDFlHH0ek3P08cbWT6l5dJPf9XIolavF3iV3zK4pQ3hCnmwVYKglluVAMOKSXd4u523rmXTOM8IvvmD9S3VapeJGAtFIXeTV24UTcX7CJFjVoOAQLnaPze-AA_qflUYBUoxY/s320/julio+cort%C3%A1zar33.jpg" width="320" /></a></div>
<div align="justify" style="background-color: white;">
<span style="color: maroon;"><br /></span></div>
<div align="justify" style="background-color: white;">
<span style="color: maroon;"><br /></span>
<br /></div>
<div align="justify" style="background-color: white;">
<br />
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Times New Roman;"><span style="font-size: medium;">A
mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se
apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el
portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la
esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo
sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del
centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía
nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba
entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los
pantalones.<br /><br />Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y
la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central.
Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero
paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y
amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras,
apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero
corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la
tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez
su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente.
Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada
a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones
fáciles. Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la
izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió
la visión. Fue como dormirse de golpe.<br /><br />Volvió bruscamente
del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de
debajo de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una
rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la
presión en el brazo derecho. Voces que no parecían pertenecer a las
caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades.
Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su
derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de
dominar la náusea que le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban
boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del
accidente no tenía más que rasguños en la piernas. "Usté la
agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de
costado..."; Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de
espaldas, así va bien, y alguien con guardapolvo dándole de beber
un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de
barrio.<br /><br />La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y
lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Con
toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock
terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo
casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por
toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se
sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y
nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy
estropeada. "Natural", dijo él. "Como que me la ligué
encima..." Los dos rieron y el vigilante le dio la mano al
llegar al hospital y le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía
poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un
pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerró
los ojos y deseó estar dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron
largo rato en una pieza con olor a hospital, llenando una ficha,
quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura.
Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las
enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las
contracciones del estómago se habría sentido muy bien, casi
contento.<br /><br />Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos
después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como
una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco,
alto y delgado, se le acercó y se puso a mirar la radiografía.
Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una
camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez,
sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la
mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.</span></span></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Times New Roman;"><span style="font-size: medium;">Como
sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba
olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la
calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía
nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y
oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo
era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de
hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más
denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada
que sólo ellos, los motecas, conocían.<br /><br />Lo que más lo
torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del
sueño algo se revelara contra eso que no era habitual, que hasta
entonces no había participado del juego. "Huele a guerra",
pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su
ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y
quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en sus
sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un
arbusto y la noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del otro
lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un
resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El sonido no se
repitió. Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que
escapaba como él del olor a guerra. Se enderezó despacio,
venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor,
ese incienso dulzón de la guerra florida. Había que seguir, llegar
al corazón de la selva evitando las ciénagas. A tientas,
agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la
calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los
tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó
el rumbo. Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y
saltó desesperado hacia adelante.<br /><br />-Se va a caer de la cama
-dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque tanto, amigazo.</span></span></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Times New Roman;"><span style="font-size: medium;">Abrió
los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la
larga sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó
casi físicamente de la última visión de la pesadilla. El brazo,
enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como
si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha
agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La fiebre lo
iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero
saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados los ojos,
escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando
en cuando a alguna pregunta. Vio llegar un carrito blanco que
pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con
alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó una gruesa aguja
conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido
opalino. Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le
ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y
la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas
tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y
a la vez ligeramente repugnantes; como estar viendo una película
aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor; y
quedarse.<br /><br />Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a
puerro, a apio, a perejil. Un trozito de pan, más precioso que todo
un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía
nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a
veces una punzada caliente y rápida. Cuando los ventanales de
enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba a ser
difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la
lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo,
y suspiró de felicidad, abandonándose.<br /><br />Primero fue una
confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante
embotadas o confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena
oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era
menos negro que el resto. "La calzada", pensó. "Me
salí de la calzada." Sus pies se hundían en un colchón de
hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los
arbustos le azotaran el torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose
acorralado a pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para
escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día
iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo ahora a encontrarla. La
mano que sin saberlo él aferraba el mango del puñal, subió como un
escorpión de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el amuleto
protector. Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz
que trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la
dispensadora de los bienes motecas. Pero sentía al mismo tiempo que
los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro, y la
espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía
insoportable. La guerra florida había empezado con la luna y llevaba
ya tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo
de la selva, abandonando la calzada más allá de la región de las
ciénagas, quizá los guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en
la cantidad de prisioneros que ya habrían hecho. Pero la cantidad no
contaba, sino el tiempo sagrado. La caza continuaría hasta que los
sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su número y su
fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los
cazadores.<br /><br />Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal
en mano. Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio
antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra
era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi
sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo
rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire
una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás.</span></span></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Times New Roman;"><span style="font-size: medium;">-Es
la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual
cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien.</span></span></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Times New Roman;"><span style="font-size: medium;">Al
lado de la noche de donde volvía, la penumbra tibia de la sala le
pareció deliciosa. Una lámpara violeta velaba en lo alto de la
pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar
fuerte, a veces un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin
acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la pesadilla. Había
tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del brazo,
las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le
habían puesto una botella de agua mineral en la mesa de noche. Bebió
del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala,
las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no debía tener
tanta fiebre, sentía fresca la cara. La ceja le dolía apenas, como
un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto.
¿Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de
fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había
ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar. Entre el
choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo
o lo que fuera no le dejaba ver nada. Y al mismo tiempo tenía la
sensación de que ese hueco, esa nada, había durado una eternidad.
No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera
pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque,
el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras al salir del
pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo
alzaban del suelo. Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja
partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al
volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le
preguntaría alguna vez al médico de la oficina. Ahora volvía a
ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era
tan blanda, y en su garganta afiebrada la frescura del agua mineral.
Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas. La
luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a
poco.<br /><br />Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición
en que volvía a reconocerse, pero en cambio el olor a humedad, a
piedra rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó
a comprender. Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo
envolvía una oscuridad absoluta. Quiso enderezarse y sintió las
sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el piso,
en un suelo de lajas helado y húmedo. El frío le ganaba la espalda
desnuda, las piernas. Con el mentón buscó torpemente el contacto
con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba
perdido, ninguna plegaria podía salvarlo del final. Lejanamente,
como filtrándose entre las piedras del calabozo, oyó los atabales
de la fiesta. Lo habían traído al teocalli, estaba en las mazmorras
del templo a la espera de su turno.<br /><br />Oyó gritar, un grito
ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un
quejido. Era él que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba
vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir,
del final inevitable. Pensó en sus compañeros que llenarían otras
mazmorras, y en los que ascendían ya los peldaños del sacrificio.
Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir la boca, tenía
las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se
abrieran lentamente, con un esfuerzo interminable. El chirriar de los
cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó
por zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo
derecho, el más fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo
intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse la doble puerta, y el olor
de las antorchas le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el
taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le
acercaron mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los
torsos sudados, en el pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas,
y en su lugar lo aferraron manos calientes, duras como el bronce; se
sintió alzado, siempre boca arriba, tironeado por los cuatro
acólitos que lo llevaban por el pasadizo. Los portadores de
antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes
mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza.
Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un metro
del techo de roca viva que por momentos se iluminaba con un reflejo
de antorcha. Cuando en vez del techo nacieran las estrellas y se
alzara ante él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería
el fin. El pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de
repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero todavía no,
andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo
brutalmente, y él no quería, pero cómo impedirlo si le habían
arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de la
vida.<br /><br />Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto
cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía
haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de
noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen
traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó
buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que
seguían pegadas a sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos las
veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero
gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia
lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño profundo
que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le costaba
mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él. Hizo
un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la
botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un
vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras
roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió
apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como
una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la altura una
luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla,
desesperadamente se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado,
descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala. Y cada vez que
se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la
escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto
estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo perfumado, y de
golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el
vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo
rodando por las escalinatas del norte. Con una última esperanza
apretó los párpados, gimiendo por despertar. Durante un segundo
creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en la cama,
a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió
los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía
hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar
otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse,
que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro,
absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por
extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas
que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que
zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño
también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había
acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él
boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.</span></span></span></div>
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<br />
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<br />
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iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-9479763970132609352013-09-30T11:52:00.002-07:002013-09-30T11:52:45.334-07:00Los escritores inútiles, de Ermanno Cavazzoni<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgK1IUCwe-2T_kXctqUie8K032YMGlGb1QD0ho1U8TGiDSzfY7-KclNfxSB_f_N5Qn1UN5GTLqhcZMnXvjlz_xmYReJbt98N1uEXq-fDj1jJ-oEnYa86Rb-gwzyQ7Gkd_EmolN_lTYLMw/s1600/ermanno+cavazzoni.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgK1IUCwe-2T_kXctqUie8K032YMGlGb1QD0ho1U8TGiDSzfY7-KclNfxSB_f_N5Qn1UN5GTLqhcZMnXvjlz_xmYReJbt98N1uEXq-fDj1jJ-oEnYa86Rb-gwzyQ7Gkd_EmolN_lTYLMw/s320/ermanno+cavazzoni.jpg" width="252" /></a></div>
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12-<br />
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Hubo épocas en la historia del hombre en las que los milagros eran enormes y continuos; a lo mejor las divinidades vivían a baja altura e interferían con el género humano -decía un escritor ateo y sardónico. Hoy -decía- los milagros parecen muy modestos, limitados al sector de la sanidad, una llaga que no cicatriza, una artritis curada, nada más. ¿Por qué, por ejemplo, no se ayuda a la policía con un milagro para acabar con la mafia? ¿Por qué no se salda la deuda pública equilibrando el balance estatal? Esto además evitaría muchos milagros parciales y menores en familias pobres de desocupados, en jubilados, en inválidos indigentes. Y la cuestión teológica volvería a aclararse. Pero también -decía- si simplemente se abriese el mar, por ejemplo entre Civitavecchia y Cerdeña y una voz desde el cielo invitase a todos a pasar, directamente en auto, para ir de vacaciones; a lo mejor justamente el 1º de agosto, cuando se da el gran éxodo estival y hay que estar esperando un trasbordador bajo el sol ardiente. Bien, éste sería un verdadero y poderoso milagro que indicaría el estado de plena salud del Omnipotente. A lo mejor el mar podía quedar abierto todo el verano, desde el 1º de julio hasta el 30 de agosto, permitiendo también el regreso de los turistas a lo largo del fondo marino por tres o cuatro carriles. Después, a la mañana del 1º de septiembre, el mar podría volver a cerrarse; si hubiese algún retrasado o algún pescador en auto o en moto, alguno detenido besándose en el carril de emergencia, un auto cargado de sodomitas más allá de lo permitido o uno que manejara sin registro, puteando , o algún incrédulo, pedante y escéptico, detenido donde está prohibido estacionar reflexionando sobre el milagro; bien, estos podrían ser sumergidos en el mar, porque un milagro, si es decidido y poderoso, además del bien puede provocar muertes. Nosotros no podemos conocer el designio divino y sus juicios sobre los hombres, especialmente durante el regreso de las vacaciones. <br />
Esto era lo que decía públicamente el escritor ateo. Y bien, este escritor ateo un verano estaba de vacaciones en Cerdeña con su esposa y sus dos hijos. La esposa era atea, los hijos, dado que eran pequeños, agnósticos. Estaban en el auto, en fila hacía tres horas para embarcarse y volver a Italia. El sol era tremendo y la familia estaba deshidratada, al igual que los turistas de la larguísima fila, ya que los bares estaban cerrados y no había ni una fuente de agua potable ni una canilla. Además el embarque parecía siempre inminente y cada tanto se oía el silbato de llamada. Eran las tres de la tarde de 21 de agosto cuando se oyó el silbato de llamada cada vez más fuerte y, por así decirlo, cada vez más fragoroso, como cuando se corre la cadena y se abre el portón del ferry. Este silbato lo oyeron todos, y todos vieron claramente que el mar se abría. Y vieron una ruta asfaltada que pasaba por el fondo del puerto, hacía una amplia curva y se alejaba en el mar, hasta más allá del horizonte. La ruta era húmeda y con algunos charcos, pero estaba bien mantenida y daba una sensación de fresco. Había signos de pintura en el suelo; pero, algunos refirieron, no era nuestra señalización, parecía arcaica o del Oriente Medio. Incluso se veía claramente a los cangrejos atravesar a pequeñas carreras el fondo asfaltado. El escritor fue el primero en encender el motor, llamar a los niños, cerrar las puertas, enganchar los cinturones de seguridad y salir muy excitado a gran velocidad. Había visto la rampa que los otros no habían visto, que bajaba desde el muelle justo delante de él. El agua no esperó más que pocos segundos para cerrarse. El auto, con sus ocupantes, al cabo de más de una hora, fue rescatado a no más de tres metros del muelle. Después de lo cual ninguno estaba seguro de lo que había pasado. Decían que el escritor, al partir, le había gritado algo no se sabe a quién.<br />
El resto de la tarde fue todavía más caluroso. Los autos parecían arder; el cemento del muelle calentaba tanto el aire que la visión de las costas y del mar se distorsionaba maravillosamente.<br />
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<br />iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-91399463033545513472013-09-28T16:07:00.003-07:002013-09-28T16:42:20.343-07:00Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castaneda <br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUdGsnO2K3o2El3bdhNasWWt3qluWZGi_-Y8L64gInqIapTFSk73tuD53ibCl8frVj_tm03U-hstAGlsQxtcKPOrnbXIxlFcJJ9VPyMJB6HOE62PMtpE6JnfWkbOALvz6Rs6ILNEDLdi4/s1600/don+juan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUdGsnO2K3o2El3bdhNasWWt3qluWZGi_-Y8L64gInqIapTFSk73tuD53ibCl8frVj_tm03U-hstAGlsQxtcKPOrnbXIxlFcJJ9VPyMJB6HOE62PMtpE6JnfWkbOALvz6Rs6ILNEDLdi4/s320/don+juan.jpg" width="232" /></a></div>
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<br />
Cuando me disponía a partir, decidí preguntarle una vez más por los enemigos de un hombre de conocimiento. Aduje que no podría regresar en algún tiempo y sería buena idea escribir lo que él dijese y meditar en ello mientras estaba fuera.<br />
Titubeó un rato, pero luego comenzó a hablar.<br />
-Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender.<br />
"Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla.<br />
"Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando,<br />
esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda."<br />
-¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?<br />
-Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá. Nunca llega rá a ser hombre de conocimiento.<br />
Llegará a ser un ma leante, o un cobarde cualquiera, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.<br />
-¿Y qué puede hacer para superar el miedo?<br />
-La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! Y llega un momento en que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de si. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora.<br />
"Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural."<br />
-¿Ocurre de golpe, don Juan, o poco a poco?<br />
-Ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente.<br />
-¿Pero no volverá el hombre a tener miedo si algo nuevo le pasa?<br />
-No. Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo.<br />
Para entonces, un hombre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto,<br />
"Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega.<br />
"Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la segur idad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error; es como si viera algo claro peto incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión. de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.<br />
-¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en consecuencia?<br />
-No, no muere. Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuo so, o un payaso.<br />
Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada.<br />
-Pero ¿qué tiene que hacer para evitar la derrota?<br />
-Debe hacer lo que hizo con el miedo: debe desafiar su claridad y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto delante de sus ojos. Y así habrá vencido a su segundo enemigo, y llegará a una posición donde nada puede ya dañarlo. Esto no será un error ni tampoco una ilusión. No será solamente un punto delante de sus ojos. Ése será el verdadero poder.<br />
"Sabrá entonces que el poder tanto tiempo perseguido es suyo por fin. Puede hacer con él lo que se le antoje. Su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla. Ve claro y parejo todo cuanto hay alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: ¡el poder!<br />
"El poder es el más fuerte de todos los enemigos. Y naturalmente, lo más fácil es rendirse; después de todo, el hombre es de veras invencible. Él manda; empieza tomando riesgos calculados y termina haciendo reglas, porque es el amo del poder.<br />
"Un hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin saber, habrá sin duda perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel, caprichoso."<br />
-¿Perderá su poder?<br />
-No, nunca perderá su claridad ni su poder.<br />
-¿Entonces qué lo distinguirá de un hombre de conocimiento?<br />
-Un hombre vencido por el poder muere sin saber realmente cómo manejarlo. El poder es sólo un carga sobre su destino. Un hombre así no tiene dominio de si mismo, ni puede decir cómo ni cuándo usar su poder.<br />
-La derrota a manos de cualquiera de estos enemigos ¿es definitiva?<br />
-Claro que es definitiva. Cuando uno de estos enemigos vence a un hombre, no hay nada que hacer.<br />
-¿Es posible, por ejemplo, que el hombre vencido por el poder vea su error y se corrija?<br />
-No. Una vez que un hombre se rinde, está acabado.<br />
-¿Pero si el poder lo ciega temporalmente y luego él lo rechaza?<br />
-Eso quiere decir que la batalla sigue. Quiere decir que todavía está tratando de volverse hombre de conocimiento. Un hombre está vencido sólo cuando ya no hace la lucha y se abandona.<br />
-Pero entonces, don Juan, es posible que un hombre se abandone al miedo durante años, pero finalmente lo conquiste<br />
-No, eso no es cierto. Si se rinde al miedo nunca lo conquistará, porque se asustará de aprender y no volverá a hacer la prueba. Pero si trata de aprender durante años, en medio de su miedo, terminará conquistándolo porque nunca se habrá abandonado a él en realidad.<br />
-¿Cómo puede vencer a su tercer enemigo, don Juan?<br />
-Tiene que desafiarlo, con toda intención. Tiene que llegar a darse cuenta de que el poder que aparentemente ha conquistado no es nunca suyo en verdad. Debe tenerse a raya a todas horas, manejando con tiento, y con fe todo lo que ha aprendido. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que todo se domina. Entonces sabrá cómo y cuándo usar su poder. Y así habrá vencido a su tercer enemigo.<br />
"El hombre estará, para entonces, al fin de su travesía por el camino del conocimiento, y casi sin advertencia tropezará con su último enemigo: ¡la vejez! Este enemigo es el más cruel de todos, el único al que no se puede vencer por completo; el enemigo al que solamente podrá ahuyentar por un instante.<br />
"Este es el tiempo en que un hombre ya no tiene miedos, ya no tiene claridad impaciente; un tiempo en que todo su poder está bajo control, pero también el tiempo en el que siente un deseo constante de descansar. Si se rinde por entero a su deseo de acostarse y olvidar, si se arrulla en la fatiga, habrá perdido el último asalto, y su enemigo lo reducirá a una débil criatura vieja. Su deseo de retirarse vencerá toda su claridad, su poder y su conocimiento.<br />
"Pero si el hombre se sacude el cansancio y vive su destino hasta el final, puede entonces ser llamado hombre de conocimiento, aunque sea tan sólo por esos momentitos en que logra ahuyentar al último enemigo, el enemigo invencible. Esos momentos de claridad, poder y conocimiento son suficientes."<br />
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iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-38894635406380378652013-05-30T18:36:00.002-07:002013-09-28T16:15:33.059-07:00Aquí, de Octavio PazMis pasos en esta calle<br />
resuenan<br />
en otra calle<br />
donde<br />
oigo mis pasos<br />
pasar en esta calle<br />
donde<br />
<br />
sólo es real la niebla.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnN1Y89DxVQUpwNnRrzOURxOucJFGFnehgdf3fur6f4FmYhzdDl-RN9RvMtF1pBxLsF3L9GgSAq_kGU8E59ZcyE3FCayBVTWN-P9rhZdX61-7fYBiJfaAnfDjFn1R06Leh4CGhf-ckr4Y/s1600/Octavio-Paz.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnN1Y89DxVQUpwNnRrzOURxOucJFGFnehgdf3fur6f4FmYhzdDl-RN9RvMtF1pBxLsF3L9GgSAq_kGU8E59ZcyE3FCayBVTWN-P9rhZdX61-7fYBiJfaAnfDjFn1R06Leh4CGhf-ckr4Y/s320/Octavio-Paz.jpg" width="213" /></a></div>
iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-79145471067140561392012-12-15T13:57:00.003-08:002023-03-30T19:43:31.927-07:00Espantapájaros, de Oliverio Girondo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmPCAZeSwE6qTyvVssRZEWfo5P2GMSwBlzRN6mes2_FbNbenssd1dbz9rUxVDqVI_6pAq2Qbworkbjn9XjwWZBiR6xPPu1MaQX1XjbkN6gmxQmeEtH7UoLK_wUWZg1vQvwRV3gikrofb4/s1600/oliverio+girondo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmPCAZeSwE6qTyvVssRZEWfo5P2GMSwBlzRN6mes2_FbNbenssd1dbz9rUxVDqVI_6pAq2Qbworkbjn9XjwWZBiR6xPPu1MaQX1XjbkN6gmxQmeEtH7UoLK_wUWZg1vQvwRV3gikrofb4/s320/oliverio+girondo.jpg" width="228" /></a></div>
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<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<span face="lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif"><span style="font-family: verdana; font-size: medium; line-height: 18.1406px;">Abandoné las carambolas por el calambur, los madrigales por los mamboretás, los entreveros por los entretelones, los invertidos por los invertebrados. Dejé la sociabilidad a causa de los sociólogos, de los solistas, de los sodomitas, de los solitarios. No quise saber nada con los prostáticos. Preferí el sublimado a lo sublime. Lo edificante a lo edificado. Mi repulsión hacia los parentescos me hizo eludir los padrinazgos, los padrenuestros. Conjuré las conjuraciones más concomitantes con las conjugaciones conyugales. Fui célibe, con el mismo amor propio con que hubiese sido paraguas. A pesar de mis predilecciones, tuve que distanciarme de los contrabandistas y de los contrabajos; pero intimé, en cambio, con la flagelación, con los flamencos.</span></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<span face="lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif"><span style="font-family: verdana; font-size: medium; line-height: 18.1406px;"><br /></span></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<span face="lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif"><span style="font-family: verdana; font-size: medium; line-height: 18.1406px;">Lo irreductible me sedujo un instante. Creí, con una buena fe de voluntario, en la mineralogía y en los minotauros. ¿Por qué razón los mitos no repoblarían la aridez de nuestras circunvoluciones? Durante varios siglos, la felicidad, la fecundidad, la filosofía, la fortuna, ¿no se hospedaron en una piedra?</span></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<span face="lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif"><span style="font-family: verdana; font-size: medium; line-height: 18.1406px;"><br /></span></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<span face="lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif"><span style="font-family: verdana; font-size: medium; line-height: 18.1406px;">¡Mi ineptitud llegó a confundir a un coronel con un termómetro!</span></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<span face="lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif"><span style="font-family: verdana; font-size: medium; line-height: 18.1406px;"><br /></span></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<span face="lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif"><span style="font-family: verdana; font-size: medium; line-height: 18.1406px;">Renuncié a las sociedades de beneficencia, a los ejercicios respiratorios, a la franela. Aprendí de memoria el horario de los trenes que no tomaría nunca. Poco a poco me sedujeron el recato y el bacalao. No consentí ninguna concomitancia con la concupiscencia, con la constipación. Fui metodista, malabarista, monogamista. Amé las contradicciones, las contrariedades, los contrasentidos... y caí en el gatismo, con una violencia de gatillo.</span></span></div>
<div style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<br /></div>
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iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-27803256351486861942012-12-15T13:46:00.002-08:002013-04-08T20:41:11.150-07:00Rayuela - Capítulo 7, Julio Cortázar<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4p6Az4krHIiPrMC4Gr_aTaWOSSOJXok4pQ9l7LjUBBsasbOVTu3622rua08qPFHN0LtIPKPJBPiBZPF9F4IzaBXacOoFcwHpRkOgh3jzpeP3AAHKpeQ9DEIOYNU7vD3t_dUMJnYUau4E/s1600/julio+cort%C3%A1zar+2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="235" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4p6Az4krHIiPrMC4Gr_aTaWOSSOJXok4pQ9l7LjUBBsasbOVTu3622rua08qPFHN0LtIPKPJBPiBZPF9F4IzaBXacOoFcwHpRkOgh3jzpeP3AAHKpeQ9DEIOYNU7vD3t_dUMJnYUau4E/s320/julio+cort%C3%A1zar+2.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
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<span style="color: #333333; font-family: lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: x-small;"><span style="line-height: 18px;">Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.</span></span><br />
<span style="color: #333333; font-family: lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: x-small;"><span style="line-height: 18px;"><br /></span></span>
<span style="color: #333333; font-family: lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: x-small;"><span style="line-height: 18px;">Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.</span></span><br />
<span style="color: #333333; font-family: lucida grande, tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: x-small;"><span style="line-height: 18px;"><br /></span></span>
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iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-11525414948757509022011-06-22T05:13:00.000-07:002011-06-22T05:34:29.521-07:00Continuidad de los parques, de Julio Cortázar<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAeYWW8OYbB8qeBj6mbGC2-k1f7lmBAd6Axli4HbAdfypWKcJH1GYVJQfE5aM-ST9m9w4PZGbQez-R2AfYzGtNnFHURyFYEb9e03aG5sjQKQ4vi30QlFGRmxNAW7_mHfBgRCDirR0jndI/s1600/Julio_Cortazar.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 235px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAeYWW8OYbB8qeBj6mbGC2-k1f7lmBAd6Axli4HbAdfypWKcJH1GYVJQfE5aM-ST9m9w4PZGbQez-R2AfYzGtNnFHURyFYEb9e03aG5sjQKQ4vi30QlFGRmxNAW7_mHfBgRCDirR0jndI/s320/Julio_Cortazar.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5621021538589527922" /></a><br />Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.<br /> Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-63852868957001198542011-06-09T12:33:00.000-07:002011-06-09T12:41:01.421-07:00de Fragmentos de un discurso amoroso. Roland Barthes<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8kwFMVZE9xZA_bLD1VyZFGkg77w64fjAM6h390q2mXB6oZaa0ILWA1NZL2wGpjpgbK1NEI5AF8TDVBWfnuXb9EiTylX6WmngChamItqIb_jWzf0KMTPwvm6xRJWCihl4ct-eHU2fWRog/s1600/roland-barthes--647x331.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 205px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8kwFMVZE9xZA_bLD1VyZFGkg77w64fjAM6h390q2mXB6oZaa0ILWA1NZL2wGpjpgbK1NEI5AF8TDVBWfnuXb9EiTylX6WmngChamItqIb_jWzf0KMTPwvm6xRJWCihl4ct-eHU2fWRog/s400/roland-barthes--647x331.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5616307104135336738" /></a><br />El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la punta de mis palabras. Mi lenguaje tiembla de deseo. La emoción proviene de un doble contacto: por una parte, toda una actividad discursiva viene a realzar discretamente, indirectamente, un significado único, que es "yo te deseo", y lo libera, lo alimenta, lo ramifica, lo hace estallar (el lenguaje goza tocándose a sí mismo); por otra parte, envuelvo al otro en mis palabras, lo acaricio, lo mimo, converso acerca de estos mimos, me desvivo por hacer durar el comentario al que someto la relación.<br /><br />(Hablar amorosamente es desvivirse sin término, sin crisis; es practicar una relación sin orgasmo. Existe tal vez una forma literaria de este coitus reservatus: es el galanteo)<br /><br />La pulsión del comentario se desplaza, sigue la vía de las sustituciones. En principio, discurro sobre la relación para el otro; pero también puede ser ante el confidente: de tú paso a él. Y después, de él, paso a uno: elaboro un discurso abstracto sobre el amor, una filosofía de la cosa, que no sería pues, en suma, más que una palabrería generalizada. Retomando desde allí el camino inverso, se podrá decir que todo propósito que tiene por objeto al amor (sea cual fuere el sesgo destacado) implica fatalmente una alocución secreta (me dirijo a alguien que ustedes no conocen pero que está ahí al final de mis máximas). En El banquete, esta alocución tal vez exista: sería a Agatón a quien Alcibíades interpelaría y desearía, ante los oídos de un analista, Sócrates.<br /><br />(La atopía del amor, la aptitud que lo hace escapar de todas las disertaciones, sería que en última instancia no es posible hablar de amor más que según una estricta determinación alocutoria; sea filosófico, gnómico, lírico o novelesco, hay siempre en el discurso sobre el amor, alguien a quien nos dirigimos. Este alguien pasó al estado de fantasma o de criatura venidera. Nadie tiene deseos de hablar de amor si no es por alguien.)iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-70663094990923847622011-03-14T05:07:00.000-07:002011-03-14T05:10:03.509-07:00El ruido de un trueno. Ray Bradbury<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi922ZW6JcLb_aqoDHKyqjjJfu5xwGKloHDk11xOUGv1sQuAhqXy_tPNwVL4YmTx6D_bd2mm11lSNsQgeq_ygyFMyyIkKCOvdbLsB5DK-I4-dSTarmQWnbPg2Us-J8sy_Y-sIWjZZ1FkzQ/s1600/ray.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 160px; height: 168px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi922ZW6JcLb_aqoDHKyqjjJfu5xwGKloHDk11xOUGv1sQuAhqXy_tPNwVL4YmTx6D_bd2mm11lSNsQgeq_ygyFMyyIkKCOvdbLsB5DK-I4-dSTarmQWnbPg2Us-J8sy_Y-sIWjZZ1FkzQ/s400/ray.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5583906721143306418" /></a><br /><span style="font-weight:bold;">El anuncio en la pared parecía temblar bajo una móvil película de agua caliente. Eckels sintió que parpadeaba, y el anuncio ardió en la momentánea oscuridad:<br /><br />SAFARI EN EL TIEMPO S.A. SAFARIS A CUALQUIER AÑO DEL PASADO. USTED ELIGE EL ANIMAL NOSOTROS LO LLEVAMOS ALLÍ, USTED LO MATA.<br /><br />Una flema tibia se le formó en la garganta a Eckels. Tragó saliva empujando hacia abajo la flema. Los músculos alrededor de la boca formaron una sonrisa, mientras alzaba lentamente la mano, y la mano se movió con un cheque de diez mil dólares ante el hombre del escritorio.<br /><br />-¿Este safari garantiza que yo regrese vivo?<br /><br />-No garantizamos nada -dijo el oficial-, excepto los dinosaurios. -Se volvió-. Este es el señor Travis, su guía safari en el pasado. Él le dirá a qué debe disparar y en qué momento. Si usted desobedece sus instrucciones, hay una multa de otros diez mil dólares, además de una posible acción del gobierno, a la vuelta.<br /><br />Eckels miró en el otro extremo de la vasta oficina la confusa maraña zumbante de cables y cajas de acero, y el aura ya anaranjada, ya plateada, ya azul. Era como el sonido de una gigantesca hoguera donde ardía el tiempo, todos los años y todos los calendarios de pergamino, todas las horas apiladas en llamas. El roce de una mano, y este fuego se volvería maravillosamente, y en un instante, sobre sí mismo. Eckels recordó las palabras de los anuncios en la carta. De las brasas y cenizas, del polvo y los carbones, como doradas salamandras, saltarán los viejos años, los verdes años; rosas endulzarán el aire, las canas se volverán negro ébano, las arrugas desaparecerán. Todo regresará volando a la semilla, huirá de la muerte, retornará a sus principios; los soles se elevarán en los cielos occidentales y se pondrán en orientes gloriosos, las lunas se devorarán al revés a sí mismas, todas las cosas se meterán unas en otras como cajas chinas, los conejos entrarán en los sombreros, todo volverá a la fresca muerte, la muerte en la semilla, la muerte verde, al tiempo anterior al comienzo. Bastará el roce de una mano, el más leve roce de una mano.<br /><br />-¡Infierno y condenación! -murmuró Eckels con la luz de la máquina en el rostro delgado-. Una verdadera máquina del tiempo. -Sacudió la cabeza-. Lo hace pensar a uno. Si la elección hubiera ido mal ayer, yo quizá estaría aquí huyendo de los resultados. Gracias a Dios ganó Keith. Será un buen presidente.<br /><br />-Sí -dijo el hombre detrás del escritorio-. Tenemos suerte. Si Deutscher hubiese ganado, tendríamos la peor de las dictaduras. Es el antitodo, militarista, anticristo, antihumano, antintelectual. La gente nos llamó, ya sabe usted, bromeando, pero no enteramente. Decían que si Deutscher era presidente, querían ir a vivir a 1492. Por supuesto, no nos ocupamos de organizar evasiones, sino safaris. De todos modos, el presidente es Keith. Ahora su única preocupación es...<br /><br />Eckels terminó la frase:<br /><br />-Matar mi dinosaurio.<br /><br />-Un Tyrannosaurus rex. El lagarto del Trueno, el más terrible monstruo de la historia. Firme este permiso. Si le pasa algo, no somos responsables. Estos dinosaurios son voraces.<br /><br />Eckels enrojeció, enojado.<br /><br />-¿Trata de asustarme?<br /><br />-Francamente, sí. No queremos que vaya nadie que sienta pánico al primer tiro. El año pasado murieron seis jefes de safari y una docena de cazadores. Vamos a darle a usted la más extraordinaria emoción que un cazador pueda pretender. Lo enviaremos sesenta millones de años atrás para que disfrute de la mayor y más emocionante cacería de todos los tiempos. Su cheque está todavía aquí. Rómpalo.<br /><br />El señor Eckels miró el cheque largo rato. Se le retorcían los dedos.<br /><br />-Buena suerte -dijo el hombre detrás del mostrador-. El señor Travis está a su disposición.<br /><br />Cruzaron el salón silenciosamente, llevando los fusiles, hacia la Máquina, hacia el metal plateado y la luz rugiente.<br /><br />Primero un día y luego una noche y luego un día y luego una noche, y luego día-noche-día-noche-día. Una semana, un mes, un año, ¡una década! 2055, 2019, ¡1999! ¡1957! ¡Desaparecieron! La Máquina rugió. Se pusieron los cascos de oxígeno y probaron los intercomunicadores. Eckels se balanceaba en el asiento almohadillado, con el rostro pálido y duro. Sintió un temblor en los brazos y bajó los ojos y vio que sus manos apretaban el fusil. Había otros cuatro hombres en esa máquina. Travis, el jefe del safari, su asistente, Lesperance, y dos otros cazadores, Billings y Kramer. Se miraron unos a otros y los años llamearon alrededor.<br /><br />-¿Estos fusiles pueden matar a un dinosaurio de un tiro? -se oyó decir a Eckels.<br /><br />-Si da usted en el sitio preciso -dijo Travis por la radio del casco-. Algunos dinosaurios tienen dos cerebros, uno en la cabeza, otro en la columna espinal. No les tiraremos a éstos, y tendremos más probabilidades. Aciérteles con los dos primeros tiros a los ojos, si puede, cegándolo, y luego dispare al cerebro.<br /><br />La máquina aulló. El tiempo era una película que corría hacia atrás. Pasaron soles, y luego diez millones de lunas.<br /><br />-Dios santo -dijo Eckels-. Los cazadores de todos los tiempos nos envidiarían hoy. África al lado de esto parece Illinois.<br /><br />El sol se detuvo en el cielo.<br /><br />La niebla que había envuelto la Máquina se desvaneció. Se encontraban en los viejos tiempos, tiempos muy viejos en verdad, tres cazadores y dos jefes de safari con sus metálicos rifles azules en las rodillas.<br /><br />-Cristo no ha nacido aún -dijo Travis-. Moisés no ha subido a la montaña a hablar con Dios. Las pirámides están todavía en la tierra, esperando. Recuerde que Alejandro, Julio César, Napoleón, Hitler... no han existido.<br /><br />Los hombres asintieron con movimientos de cabeza.<br /><br />-Eso -señaló el señor Travis- es la jungla de sesenta millones dos mil cincuenta y cinco años antes del presidente Keith.<br /><br />Mostró un sendero de metal que se perdía en la vegetación salvaje, sobre pantanos humeantes, entre palmeras y helechos gigantescos.<br /><br />-Y eso -dijo- es el Sendero, instalado por Safari en el Tiempo para su provecho. Flota a diez centímetros del suelo. No toca ni siquiera una brizna, una flor o un árbol. Es de un metal antigravitatorio. El propósito del Sendero es impedir que toque usted este mundo del pasado de algún modo. No se salga del Sendero. Repito. No se salga de él. ¡Por ningún motivo! Si se cae del Sendero hay una multa. Y no tire contra ningún animal que nosotros no aprobemos.<br /><br />-¿Por qué? -preguntó Eckels. Estaban en la antigua selva. Unos pájaros lejanos gritaban en el viento, y había un olor de alquitrán y viejo mar salado, hierbas húmedas y flores de color de sangre.<br /><br />-No queremos cambiar el futuro. Este mundo del pasado no es el nuestro. Al gobierno no le gusta que estemos aquí. Tenemos que dar mucho dinero para conservar nuestras franquicias. Una máquina del tiempo es un asunto delicado. Podemos matar inadvertidamente un animal importante, un pajarito, un coleóptero, aun una flor, destruyendo así un eslabón importante en la evolución de las especies.<br /><br />-No me parece muy claro -dijo Eckels.<br /><br />-Muy bien -continuó Travis-, digamos que accidentalmente matamos aquí un ratón. Eso significa destruir las futuras familias de este individuo, ¿entiende?<br /><br />-Entiendo.<br /><br />-¡Y todas las familias de las familias de ese individuo! Con sólo un pisotón aniquila usted primero uno, luego una docena, luego mil, un millón, ¡un billón de posibles ratones!<br /><br />-Bueno, ¿y eso qué? -inquirió Eckels.<br /><br />-¿Eso qué? -gruñó suavemente Travis-. ¿Qué pasa con los zorros que necesitan esos ratones para sobrevivir? Por falta de diez ratones muere un zorro. Por falta de diez zorros, un león muere de hambre. Por falta de un león, especies enteras de insectos, buitres, infinitos billones de formas de vida son arrojadas al caos y la destrucción. Al final todo se reduce a esto: cincuenta y nueve millones de años más tarde, un hombre de las cavernas, uno de la única docena que hay en todo el mundo, sale a cazar un jabalí o un tigre para alimentarse. Pero usted, amigo, ha aplastado con el pie a todos los tigres de esa zona al haber pisado un ratón. Así que el hombre de las cavernas se muere de hambre. Y el hombre de las cavernas, no lo olvide, no es un hombre que pueda desperdiciarse, ¡no! Es toda una futura nación. De él nacerán diez hijos. De ellos nacerán cien hijos, y así hasta llegar a nuestros días. Destruya usted a este hombre, y destruye usted una raza, un pueblo, toda una historia viviente. Es como asesinar a uno de los nietos de Adán. El pie que ha puesto usted sobre el ratón desencadenará así un terremoto, y sus efectos sacudirán nuestra tierra y nuestros destinos a través del tiempo, hasta sus raíces. Con la muerte de ese hombre de las cavernas, un billón de otros hombres no saldrán nunca de la matriz. Quizás Roma no se alce nunca sobre las siete colinas. Quizá Europa sea para siempre un bosque oscuro, y sólo crezca Asia saludable y prolífica. Pise usted un ratón y aplastará las pirámides. Pise un ratón y dejará su huella, como un abismo en la eternidad. La reina Isabel no nacerá nunca, Washington no cruzará el Delaware, nunca habrá un país llamado Estados Unidos. Tenga cuidado. No se salga del Sendero. ¡Nunca pise afuera!<br /><br />-Ya veo -dijo Eckels-. Ni siquiera debemos pisar la hierba.<br /><br />-Correcto. Al aplastar ciertas plantas quizá sólo sumemos factores infinitesimales. Pero un pequeño error aquí se multiplicará en sesenta millones de años hasta alcanzar proporciones extraordinarias. Por supuesto, quizá nuestra teoría esté equivocada. Quizá nosotros no podamos cambiar el tiempo. O tal vez sólo pueda cambiarse de modos muy sutiles. Quizá un ratón muerto aquí provoque un desequilibrio entre los insectos de allá, una desproporción en la población más tarde, una mala cosecha luego, una depresión, hambres colectivas, y, finalmente, un cambio en la conducta social de alejados países. O aun algo mucho más sutil. Quizá sólo un suave aliento, un murmullo, un cabello, polen en el aire, un cambio tan, tan leve que uno podría notarlo sólo mirando de muy cerca. ¿Quién lo sabe? ¿Quién puede decir realmente que lo sabe? No nosotros. Nuestra teoría no es más que una hipótesis. Pero mientras no sepamos con seguridad si nuestros viajes por el tiempo pueden terminar en un gran estruendo o en un imperceptible crujido, tenemos que tener mucho cuidado. Esta máquina, este sendero, nuestros cuerpos y nuestras ropas han sido esterilizados, como usted sabe, antes del viaje. Llevamos estos cascos de oxígeno para no introducir nuestras bacterias en una antigua atmósfera.<br /><br />-¿Cómo sabemos qué animales podemos matar?<br /><br />-Están marcados con pintura roja -dijo Travis-. Hoy, antes de nuestro viaje, enviamos aquí a Lesperance con la Máquina. Vino a esta Era particular y siguió a ciertos animales.<br /><br />-¿Para estudiarlos?<br /><br />-Exactamente -dijo Travis-. Los rastreó a lo largo de toda su existencia, observando cuáles vivían mucho tiempo. Muy pocos. Cuántas veces se acoplaban. Pocas. La vida es breve. Cuando encontraba alguno que iba a morir aplastado por un árbol u otro que se ahogaba en un pozo de alquitrán, anotaba la hora exacta, el minuto y el segundo, y le arrojaba una bomba de pintura que le manchaba de rojo el costado. No podemos equivocarnos. Luego midió nuestra llegada al pasado de modo que no nos encontremos con el monstruo más de dos minutos antes de aquella muerte. De este modo, sólo matamos animales sin futuro, que nunca volverán a acoplarse. ¿Comprende qué cuidadosos somos?<br /><br />-Pero si ustedes vinieron esta mañana -dijo Eckels ansiosamente-, debían haberse encontrado con nosotros, nuestro safari. ¿Qué ocurrió? ¿Tuvimos éxito? ¿Salimos todos... vivos?<br /><br />Travis y Lesperance se miraron.<br /><br />-Eso hubiese sido una paradoja -habló Lesperance-. El tiempo no permite esas confusiones..., un hombre que se encuentra consigo mismo. Cuando va a ocurrir algo parecido, el tiempo se hace a un lado. Como un avión que cae en un pozo de aire. ¿Sintió usted ese salto de la Máquina, poco antes de nuestra llegada? Estábamos cruzándonos con nosotros mismos que volvíamos al futuro. No vimos nada. No hay modo de saber si esta expedición fue un éxito, si cazamos nuestro monstruo, o si todos nosotros, y usted, señor Eckels, salimos con vida.<br /><br />Eckels sonrió débilmente.<br /><br />-Dejemos esto -dijo Travis con brusquedad-. ¡Todos de pie! Se prepararon a dejar la Máquina. La jungla era alta y la jungla era ancha y la jungla era todo el mundo para siempre y para siempre. Sonidos como música y sonidos como lonas voladoras llenaban el aire: los pterodáctilos que volaban con cavernosas alas grises, murciélagos gigantescos nacidos del delirio de una noche febril. Eckels, guardando el equilibrio en el estrecho sendero, apuntó con su rifle, bromeando.<br /><br />-¡No haga eso! -dijo Travis.- ¡No apunte ni siquiera en broma, maldita sea! Si se le dispara el arma...<br /><br />Eckels enrojeció.<br /><br />- ¿Dónde está nuestro Tyrannosaurus?<br /><br />- Lesperance miró su reloj de pulsera.<br /><br />-Adelante. Nos cruzaremos con él dentro de sesenta segundos. Busque la pintura roja, por Cristo. No dispare hasta que se lo digamos. Quédese en el Sendero. ¡Quédese en el Sendero!<br /><br />Se adelantaron en el viento de la mañana.<br /><br />-Qué raro -murmuró Eckels-. Allá delante, a sesenta millones de años, ha pasado el día de elección. Keith es presidente. Todos celebran. Y aquí, ellos no existen aún. Las cosas que nos preocuparon durante meses, toda una vida, no nacieron ni fueron pensadas aún.<br /><br />-¡Levanten el seguro, todos! -ordenó Travis-. Usted dispare primero, Eckels. Luego, Billings. Luego, Kramer.<br /><br />-He cazado tigres, jabalíes, búfalos, elefantes, pero esto, Jesús, esto es caza -comentó Eckels -. Tiemblo como un niño.<br /><br />- Ah -dijo Travis.<br /><br />-Todos se detuvieron.<br /><br />Travis alzó una mano.<br /><br />-Ahí adelante -susurró-. En la niebla. Ahí está Su Alteza Real.<br /><br />La jungla era ancha y llena de gorjeos, crujidos, murmullos y suspiros. De pronto todo cesó, como si alguien hubiese cerrado una puerta.<br /><br />Silencio.<br /><br />El ruido de un trueno.<br /><br />De la niebla, a cien metros de distancia, salió el Tyrannosaurus rex.<br /><br />-Jesucristo -murmuró Eckels.<br /><br />-¡Chist!<br /><br />Venía a grandes trancos, sobre patas aceitadas y elásticas. Se alzaba diez metros por encima de la mitad de los árboles, un gran dios del mal, apretando las delicadas garras de relojero contra el oleoso pecho de reptil. Cada pata inferior era un pistón, quinientos kilos de huesos blancos, hundidos en gruesas cuerdas de músculos, encerrados en una vaina de piel centelleante y áspera, como la cota de malla de un guerrero terrible. Cada muslo era una tonelada de carne, marfil y acero. Y de la gran caja de aire del torso colgaban los dos brazos delicados, brazos con manos que podían alzar y examinar a los hombres como juguetes, mientras el cuello de serpiente se retorcía sobre sí mismo. Y la cabeza, una tonelada de piedra esculpida que se alzaba fácilmente hacia el cielo, En la boca entreabierta asomaba una cerca de dientes como dagas. Los ojos giraban en las órbitas, ojos vacíos, que nada expresaban, excepto hambre. Cerraba la boca en una mueca de muerte. Corría, y los huesos de la pelvis hacían a un lado árboles y arbustos, y los pies se hundían en la tierra dejando huellas de quince centímetros de profundidad. Corría como si diese unos deslizantes pasos de baile, demasiado erecto y en equilibrio para sus diez toneladas. Entró fatigadamente en el área de sol, y sus hermosas manos de reptil tantearon el aire.<br /><br />-¡Dios mío! -Eckels torció la boca-. Puede incorporarse y alcanzar la luna.<br /><br />-¡Chist! -Travis sacudió bruscamente la cabeza-. Todavía no nos vio.<br /><br />-No es posible matarlo. -Eckels emitió con serenidad este veredicto, como si fuese indiscutible. Había visto la evidencia y ésta era su razonada opinión. El arma en sus manos parecía un rifle de aire comprimido-. Hemos sido unos locos. Esto es imposible.<br /><br />-¡Cállese! -siseó Travis.<br /><br />-Una pesadilla.<br /><br />-Dé media vuelta -ordenó Travis-. Vaya tranquilamente hasta la máquina. Le devolveremos la mitad del dinero.<br /><br />-No imaginé que sería tan grande -dijo Eckels-. Calculé mal. Eso es todo. Y ahora quiero irme.<br /><br />-¡Nos vio!<br /><br />-¡Ahí está la pintura roja en el pecho!<br /><br />El Lagarto del Trueno se incorporó. Su armadura brilló como mil monedas verdes. Las monedas, embarradas, humeaban. En el barro se movían diminutos insectos, de modo que todo el cuerpo parecía retorcerse y ondular, aun cuando el monstruo mismo no se moviera. El monstruo resopló. Un hedor de carne cruda cruzó la jungla.<br /><br />-Sáquenme de aquí -pidió Eckels-. Nunca fue como esta vez. Siempre supe que saldría vivo. Tuve buenos guías, buenos safaris, y protección. Esta vez me he equivocado. Me he encontrado con la horma de mi zapato, y lo admito. Esto es demasiado para mí.<br /><br />-No corra -dijo Lesperance-. Vuélvase. Ocúltese en la Máquina. -Sí.<br /><br />Eckels parecía aturdido. Se miró los pies como si tratara de moverlos. Lanzó un gruñido de desesperanza.<br /><br />-¡Eckels!<br /><br />Eckels dio unos pocos pasos, parpadeando, arrastrando los pies. -¡Por ahí no!<br /><br />El monstruo, al advertir un movimiento, se lanzó hacia adelante con un grito terrible. En cuatro segundos cubrió cien metros. Los rifles se alzaron y llamearon. De la boca del monstruo salió un torbellino que los envolvió con un olor de barro y sangre vieja. El monstruo rugió con los dientes brillantes al sol.<br /><br />Eckels, sin mirar atrás, caminó ciegamente hasta el borde del Sendero, con el rifle que le colgaba de los brazos. Salió del Sendero, y caminó, y caminó por la jungla. Los pies se le hundieron en un musgo verde. Lo llevaban las piernas, y se sintió solo y alejado de lo que ocurría atrás.<br /><br />Los rifles dispararon otra vez. El ruido se perdió en chillidos y truenos. La gran palanca de la cola del reptil se alzó sacudiéndose. Los árboles estallaron en nubes de hojas y ramas. El monstruo retorció sus manos de joyero y las bajó como para acariciar a los hombres, para partirlos en dos, aplastarlos como cerezas, meterlos entre los dientes y en la rugiente garganta. Sus ojos de canto rodado bajaron a la altura de los hombres, que vieron sus propias imágenes. Dispararon sus armas contra las pestañas metálicas y los brillantes iris negros.<br /><br />Como un ídolo de piedra, como el desprendimiento de una montaña, el Tyrannosaurus cayó. Con un trueno, se abrazó a unos árboles, los arrastró en su caída. Torció y quebró el Sendero de Metal. Los hombres retrocedieron alejándose. El cuerpo golpeó el suelo, diez toneladas de carne fría y piedra. Los rifles dispararon. El monstruo azotó el aire con su cola acorazada, retorció sus mandíbulas de serpiente, y ya no se movió. Una fuente de sangre le brotó de la garganta. En alguna parte, adentro, estalló un saco de fluidos. Unas bocanadas nauseabundas empaparon a los cazadores. Los hombres se quedaron mirándolo, rojos y resplandecientes.<br /><br />El trueno se apagó.<br /><br />La jungla estaba en silencio. Luego de la tormenta, una gran paz. Luego de la pesadilla, la mañana.<br /><br />Billings y Kramer se sentaron en el sendero y vomitaron. Travis y Lesperance, de pie, sosteniendo aún los rifles humeantes, juraban continuamente.<br /><br />En la Máquina del Tiempo, cara abajo, yacía Eckels, estremeciéndose. Había encontrado el camino de vuelta al Sendero y había subido a la Máquina. Travis se acercó, lanzó una ojeada a Eckels, sacó unos trozos de algodón de una caja metálica y volvió junto a los otros, sentados en el Sendero.<br /><br />-Límpiense.<br /><br />Limpiaron la sangre de los cascos. El monstruo yacía como una loma de carne sólida. En su interior uno podía oír los suspiros y murmullos a medida que morían las más lejanas de las cámaras, y los órganos dejaban de funcionar, y los líquidos corrían un último instante de un receptáculo a una cavidad, a una glándula, y todo se cerraba para siempre. Era como estar junto a una locomotora estropeada o una excavadora de vapor en el momento en que se abren las válvulas o se las cierra herméticamente. Los huesos crujían. La propia carne, perdido el equilibrio, cayó como peso muerto sobre los delicados antebrazos, quebrándolos.<br /><br />Otro crujido. Allá arriba, la gigantesca rama de un árbol se rompió y cayó. Golpeó a la bestia muerta como algo final.<br /><br />-Ahí está- Lesperance miró su reloj-. Justo a tiempo. Ese es el árbol gigantesco que originalmente debía caer y matar al animal.<br /><br />Miró a los dos cazadores: ¿Quieren la fotografía trofeo?<br /><br />-¿Qué?<br /><br />-No podemos llevar un trofeo al futuro. El cuerpo tiene que quedarse aquí donde hubiese muerto originalmente, de modo que los insectos, los pájaros y las bacterias puedan vivir de él, como estaba previsto. Todo debe mantener su equilibrio. Dejamos el cuerpo. Pero podemos llevar una foto con ustedes al lado.<br /><br />Los dos hombres trataron de pensar, pero al fin sacudieron la cabeza. Caminaron a lo largo del Sendero de metal. Se dejaron caer de modo cansino en los almohadones de la Máquina. Miraron otra vez el monstruo caído, el monte paralizado, donde unos raros pájaros reptiles y unos insectos dorados trabajaban ya en la humeante armadura.<br /><br />Un sonido en el piso de la Máquina del Tiempo los endureció. Eckels estaba allí, temblando.<br /><br />-Lo siento -dijo al fin.<br /><br />-¡Levántese! -gritó Travis.<br /><br />Eckels se levantó.<br /><br />-¡Vaya por ese sendero, solo! -agregó Travis, apuntando con el rifle-. Usted no volverá a la Máquina. ¡Lo dejaremos aquí!<br /><br />Lesperance tomó a Travis por el brazo. -Espera...<br /><br />-¡No te metas en esto! -Travis se sacudió apartando la mano-. Este hijo de perra casi nos mata. Pero eso no es bastante. Diablo, no. ¡Sus zapatos! ¡Míralos! Salió del Sendero. ¡Dios mío, estamos arruinados Cristo sabe qué multa nos pondrán. ¡Decenas de miles de dólares! Garantizamos que nadie dejaría el Sendero. Y él lo dejó. ¡Oh, condenado tonto! Tendré que informar al gobierno. Pueden hasta quitarnos la licencia. ¡Dios sabe lo que le ha hecho al tiempo, a la Historia!<br /><br />-Cálmate. Sólo pisó un poco de barro.<br /><br />-¿Cómo podemos saberlo? -gritó Travis-. ¡No sabemos nada! ¡Es un condenado misterio! ¡Fuera de aquí, Eckels!<br /><br />Eckels buscó en su chaqueta.<br /><br />-Pagaré cualquier cosa. ¡Cien mil dólares!<br /><br />Travis miró enojado la libreta de cheques de Eckels y escupió.<br /><br />-Vaya allí. El monstruo está junto al Sendero. Métale los brazos hasta los codos en la boca, y vuelva.<br /><br />-¡Eso no tiene sentido!<br /><br />-El monstruo está muerto, cobarde bastardo. ¡Las balas! No podemos dejar aquí las balas. No pertenecen al pasado, pueden cambiar algo. Tome mi cuchillo. ¡Extráigalas!<br /><br />La jungla estaba viva otra vez, con los viejos temblores y los gritos de los pájaros. Eckels se volvió lentamente a mirar al primitivo vaciadero de basura, la montaña de pesadillas y terror. Luego de un rato, como un sonámbulo, se fue, arrastrando los pies.<br /><br />Regresó temblando cinco minutos más tarde, con los brazos empapados y rojos hasta los codos. Extendió las manos. En cada una había un montón de balas. Luego cayó. Se quedó allí, en el suelo, sin moverse.<br /><br />-No había por qué obligarlo a eso - dijo Lesperance.<br /><br />-¿No? Es demasiado pronto para saberlo. -Travis tocó con el pie el cuerpo inmóvil.<br /><br />-Vivirá. La próxima vez no buscará cazas como ésta. Muy bien. -Le hizo una fatigada seña con el pulgar a Lesperance-. Enciende. Volvamos a casa. 1492. 1776. 1812.<br /><br />Se limpiaron las caras y manos. Se cambiaron las camisas y pantalones. Eckels se había incorporado y se paseaba sin hablar. Travis lo miró furiosamente durante diez minutos.<br /><br />-No me mire -gritó Eckels-. No hice nada.<br /><br />-¿Quién puede decirlo?<br /><br />-Salí del sendero, eso es todo; traje un poco de barro en los zapatos. ¿Qué quiere que haga? ¿Que me arrodille y rece?<br /><br />-Quizá lo necesitemos. Se lo advierto, Eckels. Todavía puedo matarlo. Tengo listo el fusil.<br /><br />-Soy inocente. ¡No he hecho nada!<br /><br />1999, 2000, 2055.<br /><br />La máquina se detuvo.<br /><br />-Afuera -dijo Travis.<br /><br />El cuarto estaba como lo habían dejado. Pero no de modo tan preciso. El mismo hombre estaba sentado detrás del mismo escritorio. Pero no exactamente el mismo hombre detrás del mismo escritorio.<br /><br />Travis miró alrededor con rapidez.<br /><br />-¿Todo bien aquí? -estalló.<br /><br />-Muy bien. ¡Bienvenidos!<br /><br />Travis no se sintió tranquilo. Parecía estudiar hasta los átomos del aire, el modo como entraba la luz del sol por la única ventana alta.<br /><br />-Muy bien, Eckels, puede salir. No vuelva nunca.<br /><br />Eckels no se movió.<br /><br />-¿No me ha oído? -dijo Travis-. ¿Qué mira?<br /><br />Eckels olía el aire, y había algo en el aire, una sustancia química tan sutil, tan leve, que sólo el débil grito de sus sentidos subliminales le advertía que estaba allí. Los colores blanco, gris, azul, anaranjado, de las paredes, del mobiliario, del cielo más allá de la ventana, eran... eran... Y había una sensación. Se estremeció. Le temblaron las manos. Se quedó oliendo aquel elemento raro con todos los poros del cuerpo. En alguna parte alguien debía de estar tocando uno de esos silbatos que sólo pueden oír los perros. Su cuerpo respondió con un grito silencioso. Más allá de este cuarto, más allá de esta pared, más allá de este hombre que no era exactamente el mismo hombre detrás del mismo escritorio..., se extendía todo un mundo de calles y gente. Qué suerte de mundo era ahora, no se podía saber. Podía sentirlos cómo se movían, más allá de los muros, casi, como piezas de ajedrez que arrastraban un viento seco...<br /><br />Pero había algo más inmediato. El anuncio pintado en la pared de la oficina, el mismo anuncio que había leído aquel mismo día al entrar allí por vez primera.<br /><br />De algún modo el anuncio había cambiado.<br /><br />SEFARI EN EL TIEMPO. S. A. SEFARIS A KUALKUIER AÑO DEL PASADO USTE NOMBRA EL ANIMAL NOSOTROS LO LLEBAMOS AYI. USTE LO MATA.<br /><br />Eckels sintió que caía en una silla. Tanteó insensatamente el grueso barro de sus botas. Sacó un trozo, temblando.<br /><br />-No, no puede ser. Algo tan pequeño. No puede ser. ¡No!<br /><br />Hundida en el barro, brillante, verde, y dorada, y negra, había una mariposa, muy hermosa y muy muerta.<br /><br />-¡No algo tan pequeño! ¡No una mariposa! -gritó Eckels.<br /><br />Cayó al suelo una cosa exquisita, una cosa pequeña que podía destruir todos los equilibrios, derribando primero la línea de un pequeño dominó, y luego de un gran dominó, y luego de un gigantesco dominó, a lo largo de los años, a través del tiempo. La mente de Eckels giró sobre si misma. La mariposa no podía cambiar las cosas. Matar una mariposa no podía ser tan importante. ¿Podía?<br /><br />Tenía el rostro helado. Preguntó, temblándole la boca:<br /><br />- ¿Quién... quién ganó la elección presidencial ayer?<br /><br />El hombre detrás del mostrador se rió.<br /><br />-¿Se burla de mí? Lo sabe muy bien. ¡Deutscher, por supuesto! No ese condenado debilucho de Keith. Tenemos un hombre fuerte ahora, un hombre de agallas. ¡Sí, señor! -El oficial calló-. ¿Qué pasa?<br /><br />Eckels gimió. Cayó de rodillas. Recogió la mariposa dorada con dedos temblorosos.<br /><br />-¿No podríamos -se preguntó a sí mismo, le preguntó al mundo, a los oficiales, a la Máquina,- no podríamos llevarla allá, no podríamos hacerla vivir otra vez? ¿No podríamos empezar de nuevo? ¿No podríamos...?<br /><br />No se movió. Con los ojos cerrados, esperó estremeciéndose. Oyó que Travis gritaba; oyó que Travis preparaba el rifle, alzaba el seguro, y apuntaba.<br /></span><br />El ruido de un trueno.iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-68480562267641281332011-02-23T13:24:00.000-08:002011-02-23T13:33:22.439-08:00del Libro del desasosiego. Fernando Pessoa. (96)<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgUc7vhRiyJvaadFQEEGelgZKijVoKMHTkvlr867_2lOpvh7uMoan54Cr-BqvKdsiGgdNMgWr0w9XcTr3cSuXLpbapbUFXF5kxhyphenhyphenZ1yJs9ZG5XcnV4FVo8jF1SocAidMfLNPZjyGHnhyphenhyphenM/s1600/pessoa+2.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgUc7vhRiyJvaadFQEEGelgZKijVoKMHTkvlr867_2lOpvh7uMoan54Cr-BqvKdsiGgdNMgWr0w9XcTr3cSuXLpbapbUFXF5kxhyphenhyphenZ1yJs9ZG5XcnV4FVo8jF1SocAidMfLNPZjyGHnhyphenhyphenM/s400/pessoa+2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5577001172807360946" /></a><br /><br /><span style="font-weight:bold;">Vivir es ser otro. Ni sentir es posible si hoy se siente como ayer se sintió: sentir hoy lo mismo que ayer no es sentir: es recordar hoy lo que se sintió ayer, ser hoy el cadáver vivo de lo que ayer fue la vida perdida.<br />Apagarlo todo en el cuadro de un día para otro, ser nuevo con cada nueva madrugada, en una revirginidad perpetua de la emoción: esto, y sólo esto, vale la pena ser o tener, para ser o tener lo que imperfectamente somos.<br />Esta madrugada es la primera del mundo. Nunca este color rosa amarilleciendo para blanco caliente se ha posado así en la faz con que el caserío del oeste encara lleno de ojos vidriados el silencio que viene en la luz creciente. Nunca hubo esta hora, ni esta luz, ni este ser mío. Mañana, lo que será otra cosa, y lo que yo vea será visto por unos ojos recompuestos, llenos de una nueva visión.<br />¡Altos montes de la ciudad! Grandes arquitecturas que las cuestas escarpadas sostienen y engrandecen, resbalamientos de edificios diferentemente amontonados, que la luz teje de sombras y quemazones, sois hoy, sois yo, porque os veo sois lo que [...] y os amo desde la amurada como un navío que pasa junto a otro navío y tiene añoranzas desconocidas en el paisaje. <br /><br /> 18-5-1930</span>iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-17518392503533417922011-02-19T08:38:00.000-08:002023-03-30T19:42:10.402-07:00Extracción de la piedra de la locura. Alejandra Pizarnik<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkeB4IklKqyXoOvUey2iMBRzUXXwv8zqdp0wfsMYVjBwKHargaETd7fYhZhNvCqXhjwivsKPelkYcz5FZSJWGq93F6_zXDsvt8-JuSSFOh1x4WyDmUxfpHZHHOafjUiQJX7eGsrhMzIjE/s1600/alejandra.11.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5575442161220285874" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkeB4IklKqyXoOvUey2iMBRzUXXwv8zqdp0wfsMYVjBwKHargaETd7fYhZhNvCqXhjwivsKPelkYcz5FZSJWGq93F6_zXDsvt8-JuSSFOh1x4WyDmUxfpHZHHOafjUiQJX7eGsrhMzIjE/s400/alejandra.11.jpg" style="cursor: pointer; float: left; height: 320px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 317px;" /></a><br /><span style="font-style: italic;">Elles, les âmes (...), sont malades et elles souffrent et nul ne leur porte remède; elles sont blessées et brisés et nul ne les panse.<br />Ruysbroeck</span><br /><br /><br /><span><span style="font-family: verdana; font-size: medium;">La luz mala se ha avecinado y nada es cierto. Y si pienso en todo lo que leí acerca del espíritu... Cerré los ojos, vi cuerpos luminosos que giraban en la niebla, en el lugar de las ambiguas vecindades. No temas, nada te sobrevendrá, ya no hay violadores de tumbas. El silencio, el silencio siempre, las monedas de oro del sueño.<br /><br />Hablo como en mí se habla. No mi voz obstinada en parecer una voz humana sino la otra que atestigua que no he cesado de morar en el bosque.<br /><br />Si vieras a la que sin ti duerme en un jardín en ruinas en la memoria. Allí yo, ebria de mil muertes, hablo de mí conmigo sólo por saber si es verdad que estoy debajo de la hierba. No sé los nombres. ¿A quién le dirás que no sabes? Te deseas otra. La otra que eres se desea otra. ¿Qué pasa en la verde alameda? Pasa que no es verde y ni siquiera hay una alameda. Y ahora juegas a ser esclava para ocultar tu corona ¿otorgada por quién?, ¿quién te a ungido?, ¿quién te ha consagrado? El invisible pueblo de la memoria más vieja. Perdida por propio designio, has renunciado a tu reino por las cenizas. Quien te hace doler te recuerda antiguos homenajes. No obstante, lloras funestamente y evocas tu locura y hasta quisieras extraerla de ti como si fuese una piedra, a ella, tu solo privilegio. En un muro blanco dibujas las alegorías del reposo, y es siempre una reina loca que yace bajo la luna sobre la triste hierba del viejo jardín. Pero no hables de los jardines, no hables de la luna, no hables de la rosa, no hables del mar. Habla de lo que sabes. Habla de lo que vibra en tu médula y hace luces y sombras en tu mirada, habla del dolor incesante de tus huesos, habla del vértigo, habla de tu respiración, de tu desolación, de tu traición. Es tan oscuro, tan en silencio el proceso a que me obligo. Oh habla del silencio.<br /><br />De repente poseída por un funesto presentimiento de un viento negro que impide respirar, busqué el recuerdo de alguna alegría que me sirviera de escudo, o de arma de defensa, o aun de ataque. Parecía el Eclesiastés: busqué en todas mis memorias y nada, nada debajo de la aurora de dedos negros. Mi oficio (también en el sueño lo ejerzo) es conjurar y exorcizar. ¿A qué hora empezó la desgracia? No quiero saber. No quiero más que un silencio para mí y las que fui, un silencio como la pequeña choza que encuentran en el bosque los niños perdidos. Y qué sé yo qué ha de ser mí si nada rima con nada.<br /><br />Te despeñas. Es el sinfín desesperante, igual y no obstante contrario a la noche de los cuerpos donde apenas un manantial cesa aparece otro que reanuda el fin de las aguas.<br /><br />Sin el perdón de las aguas no puedo vivir. Sin el mármol final del cielo no puedo morir.<br /><br />En ti es de noche. Pronto asistirás al animoso encabritarse del animal que eres. Corazón de la noche, habla.<br /><br />Haberse muerto en quien se era y en quien se amaba, haberse y no haberse dado vuelta como un cielo tormentoso y celeste al mismo tiempo.<br /><br />Hubiese querido más que esto y a la vez nada.<br /><br />Va y viene diciéndose solo en solitario vaivén. Un perderse gota a gota el sentido de los días. Señuelos de conceptos. Trampas de vocales. La razón me muestra la salida del escenario donde levantaron una iglesia bajo la lluvia: la mujer-loba deposita a su vástago en el umbral y huye. Hay una luz tristísima de cirios acechados por un soplo maligno. Llora la niña loba. Ningún dormido la oye. Todas las pestes y las plagas para los que duermen en paz.<br /><br />Esta voz ávida venida de antiguos plañidos. Ingenuamente existes, te disfrazas de pequeña asesina, te das miedo frente al espejo. Hundirme en la tierra y que la tierra se cierre sobre mí. Éxtasis innoble. Tú sabes que te han humillado hasta cuando te mostraban el sol. Tú sabes que nunca sabrás defenderte, que sólo deseas presentarles el trofeo, quiero decir tu cadáver, y que se lo coman y se lo beban.<br /><br />Las moradas del consuelo, la consagración de la inocencia, la alegría inadjetivable del cuerpo.<br /><br />Si de pronto una pintura se anima y el niño florentino que miras ardientemente extiende una mano y te invita a permanecer a su lado en la terrible dicha de ser un objeto a mirar y admirar. No (dije), para ser dos hay que ser distintos. Yo estoy fuera del marco pero el modo de ofenderse es el mismo.<br /><br />Briznas, muñecos sin cabeza, yo me llamo, yo me llamo toda la noche. Y en mi sueño un carromato de circo lleno de corsarios muertos en sus ataúdes. Un momento antes, con bellísimos atavíos y parches negros en el ojo, los capitanes saltaban de un bergantín a otro como olas, hermosos como soles.<br /><br />De manera que soñé capitanes y ataúdes de colores deliciosos y ahora que tengo miedo a causa de todas las cosas que guardo, no un cofre de piratas, no un tesoro bien enterrado, sino cuantas cosas en movimiento, cuantas pequeñas figuras azules y doradas gesticulan y danzan (pero decir no dicen), y luego está el espacio negro -déjate caer, déjate caer-, umbral de la más alta inocencia o tal vez tan sólo de la locura. Comprendo mi miedo a una rebelión de las pequeñas figuras azules y doradas. Alma partida, alma compartida, he vagado y errado tanto para fundar uniones con el niño pintado en tanto que objeto a contemplar, y no obstante, luego de analizar los colores y las formas, me encontré haciendo el amor con un muchacho viviente en el mismo momento que el del cuadro se desnudaba y me poseía detrás de mis párpados cerrados.<br /><br />Sonríe y yo soy una minúscula marioneta rosa con un paraguas celeste yo entro por su sonrisa yo hago mi casita en su lengua yo habito en la palma de su mano cierra sus dedos un polvo dorado un poco de sangre adiós oh adiós.<br /><br />Como una voz no lejos de la noche arde el fuego más exacto. Sin piel ni huesos andan los animales por el bosque hecho cenizas. Una vez el canto de un solo pájaro te había aproximado al calor más agudo. Mares y diademas, mares y serpientes. Por favor, mira cómo la pequeña calavera de perro suspendida del cielo raso pintado de azul se balancea con hojas secas que tiemblan en torno a ella. Grietas y agujeros en mi persona escapada de un incendio. Escribir es buscar en el tumulto de los quemados el hueso del brazo que corresponda al hueso de la pierna. Miserable mixtura. Yo restauro, yo reconstruyo, yo ando así de rodeada de muerte. Y es sin gracia, sin aureola, sin tregua. Y esa voz, esa elegía a una causa primera: un grito, un soplo, un respirar entre dioses. Yo relato mi víspera. ¿Y qué puedes tú? sales de tu guarida y no entiendes. Vuelves a ella y ya no importa entender o no. Vuelves a salir y no entiendes. No hay por donde respirar y tú hablas del soplo de los dioses.<br /><br />No me hables del sol porque me moriría. Llévame como a una princesita ciega, como cuando lenta y cuidadosamente se hace el otoño en un jardín.<br /><br />Vendrás a mí con tu voz apenas coloreada por un acento que me hará evocar una puerta abierta, con la sombra de un pájaro de bello nombre, con lo que esa sombra deja en la memoria, con lo que permanece cuando avientan las cenizas de una joven muerta, con los trazos que duran en la hoja después de haber borrado un dibujo que representaba una casa, un árbol, el sol y un animal.<br /><br />Si no vino es porque no vino. Es como hacer el otoño. Nada esperabas de su venida. Todo lo esperabas. Vida de tu sombra ¿qué quieres? Un transcurrir de fiesta delirante, un lenguaje sin límites, un naufragio en tus propias aguas, oh avara.<br /><br />Cada hora, cada día, yo quisiera no tener que hablar. Figuras de cera los otros y sobre todo yo, que soy más otra que ellos. Nada pretendo en este poema si no es desanudar mi garganta.<br /><br />Rápido, tu voz más oculta. Se transmuta, te transmite. Tanto que hacer y yo me deshago. Te excomulgan de ti. Sufro, luego no sé. En el sueño el rey moría de amor por mí. Aquí, pequeña mendiga, te inmunizan. ( Y aún tienes cara de niña; varios años más y no le caerás en gracia ni a los perros.)<br /> <br /><br /> mi cuerpo se abría al conocimiento de mi estar<br /> y de mi ser confusos y difusos<br /> mi cuerpo vibraba y respiraba<br /> según un canto ahora olvidado<br /> yo no era aún la fugitiva de la música<br /> yo no sabía el lugar del tiempo<br /> y el tiempo del lugar<br /> en el amor yo me abría<br /> y ritmaba los viejos gestos de la amante<br /> heredera de la visión<br /> de un jardín prohibido<br /><br /> <br /><br />La que soñó, la que fue soñada. Paisajes prodigiosos para la infancia más fiel. A falta de eso -que no es mucho-, la voz que injuria tiene razón.<br /><br />La tenebrosa luminosidad de los sueños ahogados. Agua dolorosa.<br /><br />El sueño demasiado tarde, los caballos blancos demasiado tarde, el haberme ido con una melodía demasiado tarde. La melodía pulsaba mi corazón y yo lloré la pérdida de mi único bien, alguien me vio llorando en el sueño y yo expliqué (dentro de lo posible), palabras buenas y seguras (dentro de lo posible). Me adueñé de mi persona, la arranqué del hermoso delirio, la anonadé a fin de serenar el terror que alguien tenía a que me muriera en su casa.<br /><br />¿Y yo? ¿A cuántos he salvado yo?<br /><br />El haberme prosternado ante el sufrimiento de los demás, el haberme acallado en honor de los demás.<br /><br />Retrocedía mi roja violencia elemental. El sexo a flor de corazón, la vía del éxtasis entre las piernas. Mi violencia de vientos rojos y de vientos negros. Las verdaderas fiestas tienen lugar en el cuerpo y en los sueños.<br /><br />Puertas del corazón, pero apaleado, veo un templo, tiemblo, ¿que pasa? No pasa. Yo presentía una escritura total. El animal palpitaba en mis brazos con rumores de órganos vivos, calor, corazón, respiración, todo musical y silencioso al mismo tiempo. ¿Qué significa traducirse en palabras? Y los proyectos de perfección a largo plazo; medir cada día la probable elevación de mi espíritu, la desaparición de mis faltas gramaticales. Mi sueño es un sueño sin alternativas y quiero morir al pie de la letra del lugar común que asegura que morir es soñar. La luz, el vino prohibido, los vértigos, ¿para quién escribes? Ruinas de un templo olvidado. Si celebrar fuera posible.<br /><br />Visión enlutada, desgarrada, de un jardín con estatuas rotas. Al filo de la madrugada los huesos te dolían. Tú te desgarras. Te los prevengo y te lo previne. Tú te desarmas. Te lo digo, te lo dije. Tú te desnudas. Te desposees. Te desunes. Te lo predije. De pronto se deshizo: ningún nacimiento. Te llevas, te sobrellevas. Solamente tú sabes de este ritmo quebrantado. Ahora tus despojos, recogerlos uno a uno, gran hastío, en dónde dejarlos. De haberla tenido cerca, hubiese vendido mi alma a cambio de invisibilizarme. Ebria de mí, de la música, de los poemas, por qué no dije del agujero de ausencia. En un himno harapiento rodaba el llanto por mi cara. ¿Y por qué no dicen algo? ¿Y para qué este gran silencio?</span><br /></span>iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1888339208986981373.post-89758129907035906252011-02-16T18:49:00.000-08:002011-02-16T19:04:41.403-08:00de Agua Viva. Clarice Lispector<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieOiKObl77OSUigpUjH2siRBCBv1_oqz9s4wzeJMqMnyzWrCZlMZ7miKFBVq_YZFhpjIKWAbFtARu3p3RXWYzlEWPWBIKctx2t2tNbkebA8393-CNgRyzgQq397Bsx43u2f3bzJ_DLYXM/s1600/clarice1.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 318px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieOiKObl77OSUigpUjH2siRBCBv1_oqz9s4wzeJMqMnyzWrCZlMZ7miKFBVq_YZFhpjIKWAbFtARu3p3RXWYzlEWPWBIKctx2t2tNbkebA8393-CNgRyzgQq397Bsx43u2f3bzJ_DLYXM/s320/clarice1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5574488976715556978" /></a><br /><span style="font-weight:bold;">"Estoy triste. Un malestar que viene del éxtasis no cabría en la vida de los días. Al éxtasis debería seguirse el dormir para atenuar su vibración de cristal resonante. El éxtasis tiene que ser olvidado.<br /><br />Los días. Me puse triste por causa de esta luz diurna de acero en la que vivo.<br /><br />Respiro el olor de acero en el mundo de los objetos.<br /><br />Pero ahora tengo deseos de decir cosas que me confortan y que son un poco libres. Por ejemplo: el jueves es un día compacto. En el fondo, bien atrás del pensamiento, yo vivo de esas ideas, si es que son ideas. Son sensaciones que se transforman en ideas porque tengo que usar palabras. Usarlas aunque sólo sea mentalmente. El pensamiento primario piensa con palabras. El 'Libertad' se libera de la esclavitud de la palabra.<br /><br />Y Dios es una creación monstruosa. Tengo miedo de Dios porque él es demasiado total para mi tamaño. Y también tengo una especie de pudor en relación con Él: hay cosas mías que ni Él sabe. ¿Miedo? Conozco un ella que se aterroriza de las mariposas como si éstas fueran sobrenaturales. Y la parte divina de las mariposas es realmente de causar terror. Y conozco un él que tiene escalofríos de horror frente a las flores; piensa que las flores son hechiceramente delicadas como un suspiro de nadie en lo oscuro". </span>iris giménezhttp://www.blogger.com/profile/03106677520831886917noreply@blogger.com2